Capitulo 66 ¿Va a pasar?

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Scarlett

Ya no sentía el frío, pero sí sentía el tiritar de mi cuerpo.

Mis piernas desnudas, estaban entumidas. Mi torso, solamente estaba cubierto por la camisa de pijama, que me había puesto para dormir..., para dormir con Blake.

Mis brazos empezaban a perder fuerza. Ahora solo podía casi acariciar la puerta de madera cerrada.

—Por favor Blake...—mi voz ya no tenía fuerza, el hipo del llanto hacia que el pecho me doliera—, te juro que hay una explicación.

No podía dejar de llorar y sentir como el aire escapaba de mis pulmones. Sé que no hay excusa, no debí haber hecho eso, pero estaba desesperada, no sabía que hacer.

—¡Por favor!—grité—¡Blake, por favor!—solté un sollozo y luego grité. Grité de dolor, hasta que mis pulmones ardieron.

No sabía cuánto tiempo llevaba aquí, pero no iba a irme hasta que él me escuchara.

—¡Scarlett!—ni siquiera tuve la fuerza para girarme y saber de quién era la voz.

Unas manos tiraron de mis hombros.

Era mi madre.

—Pequeña—lloró, ¿por qué lloraba?

—Mamá...—la palabra salió de mi boca casi como un ligero suspiro.

—Scar...—escuché la voz de mi mejor amiga, que se acercaba corriendo. Traía entre manos una manta, que ni siquiera sentí, cuando cubrió mi frío cuerpo

—Voy a matarlo—se acercó Leighton y me tomó de los brazos para que me levantara, pero mis piernas se sentían muy pesadas.

Intentó quitarme de la puerta.

—¡No!—le grité—, él tiene que escucharme—le dije a mi hermano.

—Maldita sea, Scarlett, ya vámonos.

Lloré—Por favor, por favor, no quiero perderlo...

—Estamos a menos treinta grados—dijo mi hermano—, tienes los labios morados. Estás pálida.  No puedes moverte. Llevas mucho tiempo en el frío, sin un abrigo. Estás teniendo una hipotermia ¿entiendes eso? ¿entiendes que ese maldito imbécil te dejó aquí afuera, semidesnuda? No le importas Scarlett.

—No...—negué con la cabeza—, es que él no sabe lo que en verdad pasó...—mi lengua parecía pesar más de lo normal—. Solo necesito que me escuche y voy a poder explicarle lo que en realidad pasó....—estaba repitiendo lo mismo sin darme cuenta. Las palabras se tropezaban una a la otra en mis labios.

—Vámonos, Scar—dijo Beth—, mañana hablarás con él.

—No... hoy—dije.

—Hija, vámonos, mañana puedes hablar con él, seguro va a estar más tranquilo y va a escucharte.

Empezaba a marearme, no sentía mi cuerpo.

Mamá y Leighton me llevaron contra mi voluntad hasta el auto.

Elizabeth entró conmigo, al asiento de atrás y me puso otras mantas. Me daba masajes en las manos y piernas.

—Estoy cansada—no sabía si lo había pensado o lo había dicho en voz alta.

—Yo lo sé, pero estamos aquí. No vamos a dejarte—intentaba consolarme mi amiga.

Miré a Leighton que también masajeaba mis brazos y piernas.

—Lo lamento...—susurré.

Mi hermano se tensó y detuvo los masajes.

Se acercó y me acarició la cara mientras mis párpados pesaban cada vez más.

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