Blake.
—Nunca perdí mi chamarra—rompo el silencio en el que estábamos, Cher y yo.
Ella sigue sin dejar de abrazar mi torso, solo alza la cara y frunce el entrecejo.
—¿Qué?—pregunta sin entender.
—Ese día, después de que me quedé en tu casa, cuando fuí en la noche y te dije que pensé que había dejado mi chamarra en tu casa, no había perdido nada.
Ella sonríe burlona—¿Por qué hiciste eso?
—Porque esa noche, estaba en mi departamento y no podía dejar de pensar en ti—confieso—, quería oír tu voz, ver tu cara. Así que fuí a verte. Y aunque fue solo desde la ventana, eso hizo que aquella noche pudiera dormir tranquilo.
Ella se ríe y me da un beso en la mejilla.
—Debo confesar, que ese día había sido difícil para mí. Verte también me hizo sentir mejor—ella también se sincera y eso me hace sonreír.
—Ya que estamos confesando...—empiezo—¿Puedo decirte algo, y no te enojas?
—¿Qué pasa?—ella se siente en la cama.
—¿No te vas a enojar?—vuelvo a preguntar.
—No, dime.
—¿Recuerdas ese día que te lleve a la isla?
—Sí.
—¿Recuerdas que te lleve en mi motocicleta porque la carcacha de tu amigo no funcionaba?
—Ajá.
—Yo fuí—digo sumamente apenado.
—¿Tú fuiste qué?
—Yo...corte la llanta de Marcus para que no te pudiera llevar a tu casa y, así accedieras a irte conmigo.
Su cara se descompone y casi me arrepiento de contárselo.
—¡Eso es un delito!—grita furiosa.
—Dijiste que no te ibas a enojar...
—¡Eso estuvo muy mal!—se levanta de la cama y se pone la bata carmesí.
El miedo me avasalla el pecho cuando creo que se va a ir. Entonces yo también me levanto asustado.
—No Cher, espera, espera—corro y la abrazo.
Ella se sorprende y se da la vuelta sin apartarme, me acaricia la mejilla y analiza mi cara con cuidado.
—No iba a irme—dice en un tono bajo y casi lastimero. Como si hubiera golpeado a un gatito.
Y se siente bien. Se siente bien que sus lindos labios mientan para hacerme sentir mejor.
Yo respiró liberando el peso de mi pecho.
—Lo lamento, voy arreglar esto, para ti.
—No lo hagas por mi, hazlo por ti—dice y sus palabras se acentúan en cada molécula de mi cuerpo.
Por mi...
—Se lo debes a Marcus, no a mi—sigue hablando e interrumpe mis pensamientos que ya empezaban a vagar.
La doy un beso rápido en los labios.
—Vámonos de aquí—le digo, porque ahora ya no me siento capaz de salir y beber con toda esa gente. Ahora solo deseo estar con mi novia y familia pasando un rato cálido y ameno.
—Bien—ella sonríe.
****
—¡Feliz cumpleaños!—las voces unidas me reciben una vez que Cher y yo entramos a mi casa.
ESTÁS LEYENDO
Lo Que Somos
Novela JuvenilY me destruyó de la manera más maravillosa y aterradora de todas, porque beso mi alma, llevándose las alegrías, las motivaciones y esperanzas. Porque desnudo mí interior, convirtiéndose en una necesidad...tan fácil me arrancó el corazón. Destruyó mí...