Scarlett
Me pegué contra la pared, de lado de puerta de la habitación, donde estaba Blake. Con la respiración hecha un fiasco y la cara dándome cosquillas, me pasé una mano por el cabello. Me tapé la nariz con mi dedo pulgar y el índice, dejando que el aire me saliera por la boca. Aún alterada puse mí mano en los labios. Bajé por mí cuello y luego sentí mí corazón latiendo con fuerza.
—¿Estás bien?—mis nervios estaban de punta, la voz de la señora Lidia me saco un buen susto
—Sí, sí. Blake ya está despierto—me moví inquieta—Tengo irme señora, mis clases empiezan temprano...
—Esta bien linda, no te preocupes
Entré a mí casa, dejando el abrigo en el perchero de la entrada. Me fuí a la cocina para servirme un vaso de agua, estaba considerando seriamente el quedarme despierta, temía el quedarme dormida y llegar tarde a clases. Mi madre me había enviando un texto diciendo que ya había salido a trabajar y que Leigthon seguramente seguía durmiendo.
Cuando estaba bebiendo el agua, un sonido peculiar, de algo rompiéndose me hizo ponerme alerta. Una vez más tenía miedo. Saqué un cuchillo del cajón, con cuidado caminé, sin hacer el menos ruido posible. Solté el cuchillo al ver a mi hermano tirado en el pasillo de las escaleras, corrí y traté de ayudarlo al percatarme del vómito en el suelo.
—No me toques—dijo con la voz cansina.
—Dejame ayudar...
—¡Dije que no!—me estremecí al escucharlo gritar.
—Leigthon, vamos...—volví a tratar de ayudarlo, pero él se hizo para atrás, sin mirarme.
—Soy un puto asco Scarlett, me siento tan jodido. Apenas y puedo levantarme de la cama, los mareos no me dejan y me la he pasado vomitando toda la madrugada—El claro coraje y frustración en su voz hizo que el corazón se me encogiera.
—Es normal, son los efectos secundarios de la quimioterapia...
—Esto no está sirviendo de nada—Se sujeto de la pared. Iba acercarme para sostenerlo, pero su rápida mirada me dejó claro que no quería mi ayuda—. Ya no quiero estar así, ya no quiero vivir en un maldito hospital, esperando que la muerte venga por mi.
—Eso no va a pasar...
—¡Entiéndelo, voy a morir Scarlett!
Planté bien los pies en el piso, al sentir como todo a mi alrededor se quería derrumbar al escuchar a mi hermano decir todo eso.
—¡Deja de ser un cobarde!—al terminar de soltar aquellas estúpidas palabras, me arrepentí.
—¡Jodete, no me vengas con el maldito discurso de valentía para moribundos!—Se tambaleó—. No tienes derecho a juzgarme, no eres tú la que está pasando por esto.
—Estoy contigo...
—Es muy diferente verlo que sentirlo
Tenía razón, yo no sentía todo su dolor, lo único que me dolía a mí, era la idea de perderlo, su sufrimiento era el mío, pero claro que era diferente verlo que sentirlo.
—Dejen de ser egoístas—habló nuevamente—. Yo no quiero esto, pero entiendan que su egoísmo me está lastimando. Sigo en el tratamiento por ustedes. No por mí.
Y eso fue todo lo que hizo falta para sentirme, como la mayor escoria de la sociedad.
—No voy a seguir con esto, ya lo decidí, espero que las dos respeten mi decisión—. Sentenció y entró a su habitación, escuché como echaba el pestillo al cerrar la puerta.
Me acerqué, con un nudo en la garganta y me pegué a la puerta.
—Hablemos, déjame entrar, por favor...
—¡Vete de aquí!—gritó—¡Ya lárgate!
En silencio dejé que las lágrimas cayeran por mis mejillas.
—Por favor...—susurré
—¡No te quiero ver!—escuché su voz ahora débil—¡Por una vez en tu vida deja de joder!
Resignada a qué por el momento el no quería hablar conmigo,me fuí a mí habitación, sujeté mí almohada y la abracé, lloré y lloré. Como hace tiempo quería hacerlo. Y por primera vez en mi vida, la idea de que tal vez Leigthon si se iría, no pareció tan descabellada. Era cierto, no me había dado cuenta, pero ahora sí me sentía egoísta. No sabía que hacer, nada pareció tener sentido a la hora de pensar en un plan, para hacer cambiar de opinión a Leigthon.
Ya a las ocho, sin haber dormido nada, me dí una ducha rápida y me cambié de ropa, al llegar a la universidad Elizabeth no estaba, le llamé, le envíe mensajes. Y no me respondió.
Una vez que mis clases terminaron, decidí darme una vuelta por el hospital, solo para preguntarle a la madre de Blake cómo seguía. Bajé del taxi después de pagar y entré al hospital, busqué la habitación de Blake y para mí fortuna la señora Lidia estaba en el pasillo.
—Hola Scarlett—saludo al verme
—Hola señora Lidia—le entregué una bolsa de papel que contenía un sándwich y un café—seguramente no había comido nada—. Le traje esto, pensé en qué tal vez no ha desayunado, ni comido.
Sonrió—Gracias y, sí. Tienes razón, no he comido nada
—No hay de que, ¿Cómo está Blake?
—Esta adolorido y con mal genio, pero va estar bien, en un hora le dan el alta, puedes pasar si quieres.
—No, no—me negué rotundamente—Solamente quería saber cómo estaba y traerle algo a usted...
Me empujó suavemente hacía la habitación.
—Tonterías, no le vendría mal a mi hijo verte—Volvió a empujarme—Entra—traté de negarme otra vez, pero la mujer abrió la puerta y me hizo entrar
Ella se fue y me dejo ahí con el cabron de su hijo. Los hipnotizantes ojos de Blake me miraron y las comisuras de sus labios se alzaron en una sonrisa traviesa.
—Debo decir que no me sorprende verte aquí—No había nada más en el mundo que me molestara, que la extremista arrogancia de Blake Jones
—Sí, solo viene a recordarte lo imbécil que eres y que cuando te recuperes voy a darte una paliza yo, aún no olvidó lo que dijiste ayer.
Su cara perdió la sonrisa de suficiencia de hace unos momentos.
—Vale, lo siento. Fuí un idiota...
—Que bueno que sepas que eres el mayor idiota del planeta.
Puso los ojos en blanco—Okay, el idiota más grande del planeta, no debí haber dicho eso...
—Fuiste muy grosero e injusto.
—Dejame terminar—dijo entre dientes.
Guarde silencio.
—Lo siento, me porte mal. Voy a ir con más calma ahora, me gustas mucho, espero que lo tengas claro
—Pero no quieres nada serio.
Suspiró profundamente—Vale la pena intentarlo ¿No?—sonrió y yo no pude creer lo que había dicho—Esta bien Scarlett, voy...—paso saliva—. Voy a tomarlo en serio. Voy hacer todo eso que se supone que hacemos los hombres para conquistar a una chica.
Estaba soñando. Sí era eso, seguramente me quedé dormida y ahora estaba teniendo este sueño totalmente loco.
—Voy a hacer las cosas como tú quieres, voy a ir con calma. Solo tenme paciencia Cher.
෴
N/A: 3/3 Gracias por leer, les quiero chiques, hasta el viernes. ❤️
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Lo Que Somos
Roman pour AdolescentsY me destruyó de la manera más maravillosa y aterradora de todas, porque beso mi alma, llevándose las alegrías, las motivaciones y esperanzas. Porque desnudo mí interior, convirtiéndose en una necesidad...tan fácil me arrancó el corazón. Destruyó mí...