39

2.9K 508 167
                                    

—Iré a decirle lo que acaba de suceder, estoy segura de que me creerá a mí, no importa qué mentiras le haya contado esa… —La pelirroja hablaba tan rápido que era difícil seguirla, y no ayudaba que estuviera intentando avanzar hacia la pareja como si fuera un tren de carga.

—Déjalo, Yaz. —No tenía la fuerza necesaria para soportar más drama adolescente aquella mañana. La empujé en la dirección contraria, que era a donde teníamos que ir de todos modos, al principio se resistió un poco y fue ella quien me movió unos centímetros, pero creo que se dio cuenta de que yo no iba a desistir.

—No entiendo por qué no quieres que sepa que su novia trata así a la gente. —Soltó un suspiro de frustración. 

—Ni siquiera sabemos si es su novia. —Por alguna razón sentí que me lo decía más a mí misma que a ella. —Un abrazo no significa nada, tú abrazas a la gente todo el tiempo, incluso a mí y eso no quiere decir que estemos saliendo.

—Tienes razón. —Podría jurar que entre los cabellos revueltos que cubrían su rostro, la piel de sus mejillas había ganado un poco de color, pero volteó el rostro demasiado rápido para confirmarlo. —Pero aún así me parece incorrecto que te haya defendido una vez, pero que en esta situación al tratarse de una chica esté de su lado.

—Es sólo mi tutor, no me debe nada. —Dí por terminada la charla y entramos al aula justo a tiempo para ver al profesor dar por comenzada la clase. En cuanto mi amiga se distrajo para sacar sus materiales, limpié rápidamente un par de lágrimas que se habían escapado de mis ojos sin que lo notara.

¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué lloraba por un muchacho? Había vivido tanto y sufrido aún más como para que verlo con otra entrara en mi lista de preocupaciones. "Creí que en el fondo era una buena persona, un poco raro, pero eso era lo que me gustaba de él, que no seguía a la multitud." El pensamiento me golpeó con la respuesta como un yunque aplastando a una caricatura. Me gustaba. Tomás Peters me gustaba. Me atraían su perseverancia y misticismo tanto como me exasperaban.

Pero claramente él no sentía lo mismo. Lo sabía, incluso aunque quisiera negarlo lo que se estaban dando Alexandra y él no era un simple abrazo de amigos, y si la quería a ella jamás podría quererme a mí. Con mis cicatrices, mi historia y mi forma de ser… No podía culparlo, ni siquiera yo me quería, no pretendía más de un chico que aparentaba ser perfecto como él. 

"Las personas somos más que un simple rostro en la multitud." Sus palabras de la primera vez que tuvimos una conversación en persona, si es que podría considerarse así, volvieron a mi cabeza para recordarme que lo que vemos por fuera suele suele ser engañoso. Tom, al igual que yo, tenía una historia que no conocía, había más de él que sus palabras galantes y sonrisas desestabilizadoras, y yo quería saberlo todo, incluso si no llevaba a nada. Eso me asustaba, porque implicaba que debía dejarlo entrar a la fortaleza que había creado.

—Señorita Key. —Llamó el profesor, al que no había estado escuchando por andar perdida en mi mundo mental, como siempre. Sonaba cansado y algo molesto, como si hubiera estado tratando de llamar mi atención desde hacía ya un tiempo, los otros alumnos me observaban expectantes como a los animales de un circo.—Tiene un mensaje en la Secretaría, señorita Key, ¿puede ser tan amable de levantarse para que el resto de nosotros podamos continuar con la clase?

—Sí, Key, algunos no tenemos la suerte de poder tomarnos vacaciones cuando se nos dé la gana y queremos tener el verano libre. —Comentó un chico que se sentaba en la cuarta fila, claramente buscando que sus amigos le festejaran la ocurrencia. Mis ojos conectaron con los suyos mientras cerraba de un golpe mi cuaderno y su sonrisa se fue apagando poco a poco. —L-lo siento. —Tartamudeó tragando saliva y removiendose en su lugar con incomodidad.

—Pasaré por tí en el recreo, no te muevas de allí. —Me susurró mi amiga cuando pasé por su lado.

Al entrar en la oficina sentí como si el tiempo no hubiera pasado desde la última vez, era la magia de la burocracia, todo siempre era igual de tranquilo y predecible. Una mujer, a la que identifiqué como Magdalena, la secretaria que había atrapado a Tom golpeando al chico que también estaba anotándose para recibir tutorías, me indicó que me sentara en algún lado a esperar a que me llamaran. Tras unos diez minutos, me dí cuenta de que eso no pasaría hasta que no hubiera más alumnos en la sala, lo que ya me daba una idea del tema por el que estaba allí. 

—Jessica, ya puedes acercarte, cariño. —Dijo la chica que estaba detrás del mostrador ordenando unos papeles. —¿Cómo estás?¿Desayunaste algo esta mañana?

—Sí. —Mentí, comer ni siquiera se había colado entre mis planes. Odiaba cuando la gente usaba aquél tono conmigo, lo llamaba "amabilidad de preescolar" porque cuando lo usaban, solían mirarme con la expresión con la que generalmente se mira a un niño de cinco años. —¿Por qué estoy aquí? —Pregunté, deseando terminar con todo lo más rápido posible. 

—Bueno, el colegio no sabía cómo comunicartelo, pero tu mami sufrió un accidente y…

—Eso es imposible. —La interrumpí negando con la cabeza. —Mi madre no conduce, ni siquiera tenemos auto.

—No, no, querida... —Rodeó su escritorio y se paró junto a mí tratando de sostenerme de las manos. No lo había notado hasta entonces pero estaba temblando. —Verás, por "accidente" me refería a… —Hizo una pausa para tomar una gran bocanada de aire y continuó. —Jessica, los policías encontraron su cuerpo en un contenedor de basura hace unas horas, lo lamento mucho. —Su disculpa apenas alcanzó mis oídos y si ella no me hubiese estado sosteniendo, lo más probable era que hubiera colapsado en el suelo.

—No. —Susurré. —No. —Mi voz se quebró.—¡NO! —Sentí el grito desgarrador escapar desde lo más profundo de mi alma.

••••••
Bueno, no les voy a mentir, hasta yo me largué a llorar por la pobre señora y por Jessi. No me odien que para eso estoy yo ;) 
Miren el lado positivo, al menos aceptó que le gusta Tom.
Los amo.

FeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora