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Las aulas de todos los colegios se parecen, te das cuenta de eso cuando estuviste en, al menos, cuatro.

¿Buscas a los chicos populares? Hay una gran chance de que estén sentados al fondo,a la derecha. ¿Estudiosos? Cubren las dos primeras filas. ¿Ese grupito de chicas que es amable con todos y aún así logran mantener buenas calificaciones? Las encontrarás en el centro.

¿Y yo? ¿Dónde se sienta la gente como yo? Nueva, sin amigos y una buena víctima para cualquiera de los anteriores. Mi lugar es al fondo, del lado izquierdo, lejos de todo el mundo en ese banco que se cae a pedazos y nadie quiere.

— Justo a tiempo, señorita...— La severa voz del profesor hizo que me sobresaltase.

— Key, Jessica Key. Soy nueva, lo lamento. — Intenté que nadie más escuchara mi respuesta,y con la cara fija en el suelo caminé hasta mi asiento.

Sentía las miradas de todos sobre mí, como buitres que observan un cuerpo en descomposición. Me cubrí un poco más con la capucha, intentando ignorarlos.

— Señorita Key, me temo que deberá sacarse eso, estamos en clase. — "Era cuestión de tiempo." Suspiré y obedecí.

El sonido de sorpresa que tan bien conocía, no tardó en llenar la habitación. El señor Chett me miró como pidiéndome disculpas pero no podía culparlo, estaba segura de que él no lo sabía.

— ¡Ya dejen de mirarme como si no pudiera hablar! — Grité al ver que nadie se movía. Todos los ojos en mi cara. — ¡Sí ya sé que mi cara está mal, comencemos con la maldita clase de una vez!  — Volví a protegerme con mi escudo de tela mientras el hombre adulto se dirigía hacía el proyector y empezaba a hablar.

Nadie prestó atención en esa clase, ni en la siguiente, ni en ninguna. El único tema que les interesó a todos por el resto del día fue descubrir qué  diablos le pasó a la chica del rostro quemado.


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