🎄Especial navideño🎄

7.3K 830 43
                                    

⚠️Advertencia: Este capítulo es un simple especial por estas fiestas, transcurre en los recuerdos de Jessica y por lo tanto no sigue la linea temporal de la historia. Si se lo quieren saltear no hay drama.⚠️

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••
¡Oh la navidad! ¡El frio! ¡La nieve! ¡El árbol! ¡Los regalos! ¡La familia! Ja ja ja ja ja ja... Discúlpame, no pude contener la risa al pensar en la imagen perfecta que todo el mundo intenta vender sobre las fiestas.

Puras patrañas y tonterías donde un trio de fantasmas ayudan a un maldito anciano a entender "el espíritu navideño" o habitaciones repletas cuadros de familias cenando felices mientras los niños abren los paquetes que hay debajo del pino.

Déjame adivinar ¿te sueno al Grinch? Otra de las bobadas para que valoremos estas fechas...

¿Qué dices? ¿Que por qué odio tanto esta época del año? ¿Seguro de que quieres saberlo? Está bien, pero recuerda que tú lo pediste.

Todo niño espera las fiestas con mucha ilusión y yo no era realmente la excepción, no hasta que cumplí nueve años por lo menos.

Nuestra pequeña familia había sido invitada a pasar Navidad junto al resto de los trabajadores del puerto y sus familiares. Una noche que prometía tranquilidad, magia y diversión.

Para cuando llegamos, mi padre ya había divisado la ubicación del bar, sus ojos no se despegaron de allí hasta que terminó de saludar a todos sus superiores y por fin pudo acercarse una botella a los labios.

Mi madre charlaba animadamente con otras señoras mientras yo corría por todos lados con un grupo de niños. Todo parecía indicar que sería una noche llena de paz...

Brindis, risas, anécdotas y regalos. La reunión llegó a su clímax cuando sonaron las doce campanadas de la iglesia y los fuegos artificiales estallaron, fue la mejor Navidad de mi vida.

Bueno, lo era hasta que papá se desmayó en el medio de la pista de baile por una sobredosis de alcohol, desatando el caos.

Recuerdo perfectamente ese momento: Las dos de la mañana del 25 de diciembre de 2008. Sentí que el mundo se detuvo al ver al hombre de mis pesadillas tirado en el piso, completamente indefenso en un mar de gente alterada que se debatía entre llamar a una ambulancia o intentar despertarlo ellos mismos.

Mamá corrió hasta donde estaba y me cubrió los ojos, nunca entendí exactamente por qué lo hizo, pero no los abrí hasta que llegamos al hospital.

Lloraba en silencio en la sala de espera cuando un joven doctor se acercó a mí.

— ¡Oh, no llores, bonita! — Puso su mano en mi hombro y lo acarició con delicadeza. — Tu papi estará bien.

Esa frase sólo logró que mi angustia y mi llanto se intensificaran. Seguramente él pensó que eran lágrimas de alivio, pero eran de tristeza. Yo no quería que estuviera bien, quería que muera, que nos deje tranquilas a mi madre y a mi para siempre.

Cuando despertó, mi padre dijo que fue como nacer de nuevo, que Dios le había dado una nueva oportunidad porque sabía que la merecía. Eso me dio esperanzas, creí que se convertiría en una mejor persona, como todos los de las películas navideñas.

Pero sólo empeoró, se sintió con el "derecho divino", como él decía, de hacer lo que quiera. Se volvió una máquina cruel e imparable que funcionaba a cerveza y cocaína.

Esa Navidad en la sala de emergencias fue el último día en el que estuvo totalmente sobrio y me trató como si realmente me quisiera.

Odio las fiestas porque indican el inicio de la verdadera tortura de mi padre y, a la vez, se podría decir que es el aniversario del único día en el que sentí que realmente estaba feliz de tener una hija como yo.

Y ahora lo sabes... Sabes por qué nada en el mundo hará que tenga una feliz Navidad.

FeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora