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Los directivos del colegio accedieron a nuestro pedido,  y tras unos intensos días de estudio, estaba lista para volver… Bueno, académicamente hablando.

Yazmin fue de gran ayuda durante todo ese tiempo, pasandome las tareas e intentando animarme cuando me frustraba o me echaba a llorar en alguno de mis ataques recurrentes. Pero lamentablemente ella no estaba en la lista de tutores aprobados, lo que significaba que tendría que pasar la mayor parte de mi tiempo con algún extraño, confiar en alguien más. Solo de pensarlo sentía que me faltaba el aire.

— ¿Jessica? ¿Estás ahí? — Preguntó sacándome de mi ensimismamiento y provocando que soltara un suspiro. — Sabes que aún puedes buscar otra salida, como la escuela en línea...

Estábamos a media cuadra del imponente edificio, lo suficientemente lejos como para poder arrepentirme y volver a casa, pero no tanto como para que los alumnos no se percataran de nuestra presencia. Algunos eran demasiado obvios al observarnos y secretear con sus amigos, así que me arrojé la capucha de mi campera sobre la cabeza.

— Los gladiadores no se rinden antes de entrar a la arena. — Murmuré para mí. — No puedo vivir encerrada. — Dije mirándola con decisión y comencé a avanzar.

Mientras más nos acercábamos, comencé a notar que la gente se apartaba de nuestro camino, algunos rostros expresaban pena, otros asco, y un par, miedo. Eso era nuevo, nadie jamás me había tenido miedo, solía ser al revés. 

Me despedí de mi amiga en cuanto sonó la primera campana, tenía que solucionar todos los problemas administrativos antes de entrar a clase y no podía perder ni un minuto de las explicaciones de los profesores, así que me dirigí a la secretaría. 

Estaba nerviosa por ver a Tom, no le había contado que iba a reincorporarme, esperaba que se sorprendiera. Pero él todavía no había llegado, así que una de las asistentes del director tuvo que explicarme lo que tenía que hacer. Mientras llenaba algunos formularios, se acercó a donde estaba un muchacho con su propio papeleo.

—¿También necesitas un tutor?— Inquirió desinteresadamente, pero luego pareció haber reparado en quién era yo.— ¿Tu eres la chica de las cicatrices de la que todos hablan?  

— Es bueno saber que tus ojos funcionan bien.  — Respondí con mordacidad, lo que menos deseaba era empezar una conversación. 

— ¡Hey! No es necesario que te pongas así, sólo quería saber si los rumores eran ciertos. Dicen que desapareciste porque te llevaron a un loquero, algunos afirman que fue por matar a alguien… Pero yo… — Se detuvo al ver que solté la lapicera y levanté la mirada de forma amenazadora, cruzándome de brazos. 

— ¡Oh, por favor sigue! Realmente me interesa mucho saber lo que cree saber de mi vida alguien que ni siquiera puede leer al nivel de un niño de primaria. — Arrastré hacia atrás la silla bruscamente. — ¡Ilumíname!

— Soy más de los que piensan que querías… Ya sabes… — Tragó saliva y bajó la voz. — Abandonar este plano, pero estoy comenzando a cambiar de opinión, sí parece que te faltan algunos jugadores.

Antes de que pudiera abrir la boca para responderle, alguien tomó al chico desde la parte trasera de su cabeza y lo azotó sobre la mesa. Tom, que al parecer había llegado justo a tiempo para oírlo terminar aquella oración. 

— Quizás así se te acomoden las ideas y la próxima vez que hables con alguien decidas guardarte esos pensamientos de chimpancé para tí, amigo. 

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