12

6.6K 952 119
                                    

Las horas de clase de aquella mañana me parecieron más largas de lo usual. Intentaba mantener un aspecto de confianza, calma y normalidad, pero por dentro no era más que una bola de ansiedad.

"No puedes mostrar debilidad, puede estarte observando." Repetía en mi cabeza una y otra vez mientras esperaba a que sonara la campana del almuerzo.

Cuando por fin lo hizo apenas podía sentir las piernas, como si de repente me pareciera muy atractiva la idea de quedarme sentada allí hasta que alguien se dignara a echarme. Pero sabía que no podía huir de esto, Chassidy no lo haría.

Corrí hacia mi casillero a dejar las cosas y dirigirme rápidamente a la biblioteca para mi cita con "Número desconocido". Estaba tan inmersa en mis pensamientos que casi suelto un alarido cuando me encontré a Yazmin detrás de la pequeña puerta de metal.

— Te ves diferente... — Caminó en círculos a mi alrededor observándome mientras abrazaba uno de sus cuadernos de dibujo. — Como si estuvieras escondiendo algo...— Musitó plantándose a unos centímetros de mi cara.

— Todos esconden algo, Yaz. — Dije rodando los ojos. — Yo, por ejemplo, las ganas que tengo de terminar mi trabajo de investigación para historia del arte. — Añadí intentando no levantar más sospechas.

— He oído que su profesor suele mandar los trabajos más largos y aburridos de todo el colegio...

— Ahja. — Asentí y dí un paso decidido hacia adelante, a punto de dar por terminada nuestra conversación.  — Ahora si me disculpas... — Hice un gesto con mi mano para intentar que se apartara de mi camino. — Esos libros no se van a leer solos.

— Podría acompañarte si quieres. — Se ofreció encogiéndose de hombros.— De todos modos no tengo nada mejor que hacer.

— Me distraigo mucho si hay otras personas conmigo mientras estudio. — Me excusé. — Pero nos veremos luego.

— Mmm... Está bien. — Dudó pero me dejó seguir mi camino.

Al llegar a las enormes puertas de madera de la biblioteca un escalofrío recorrió mi espina dorsal, no sabia si estaba lista para enfrentarme a lo que pudiera encontrarme al otro lado.
"Los grandes guerreros nunca escapan de un enfrentamiento." Me recordó una vocecita interna. Respiré profundamente, froté mis manos y empujé las hojas.

El lugar estaba casi desierto, salvo por la bibliotecaria y un par de alumnos de primer año, era la única allí.  Mientras mis ojos recorrían todo me di cuenta de que no sabía ni a quién estaba buscando ni dónde lo encontraría. Por lo que sabía Número desconocido podría ser cualquiera.

Decidí sentarme en una pequeña mesa que se hallaba en un rincón, como si alguien la hubiera aislado allí a propósito.  Quien estuviera detrás de las notas sabía quién era yo, así que vendría a mi... Si es que aparecía.

Quince minutos de tenso silencio pasaron y decidí revisar mi celular en caso de que me hubiera mandado algún mensaje, pero no había nada. Así que decidí tomar la iniciativa.

Jess: Estoy a punto de irme...

No mientas, Chassidy, sabes que eso no es verdad. — La voz de un muchacho resonó grave a mis espaldas, pero cuando me volteé solo había un estante lleno de libros. — Te quedarías todo el día a esperarme si fuera necesario, eres así de curiosa. — La voz parecía moverse, ahora se hallaba a mi derecha, pero seguía sin poder ver a nadie.

— Deja de hablar como si me conocieras, es algo creepy. — Espeté mirando a la nada.

— Pero sí te conozco, y tú también a mí. — Afirmó.

— Quizás compartamos alguna clase, tu voz me suena familiar, pero no puedo ver tu rostro para confirmarlo.

— De todas las personas del mundo tú eres quien más debería saber que las personas somos más que un simple rostro en la multitud. — Contestó, obviamente refiriéndose a mis cicatrices.

— Pero es nuestra cara lo que nos hace reconocibles entre otros seres humanos, lo que nos define como personas para el resto, la ventana hacia nuestro interior.

— ¿Lo es?¿De verdad? — Preguntó haciendo una pausa dramática. — No sabía que estuvieras quemada por dentro también. Rota sí, pero no quemada.

— Callate. — Respondí apretando los dientes con fuerza hasta que me dolieron.

— Pero si solo estoy confirmando lo que tú dijiste... — Podía percibir como una sonrisa se había formado en el rostro de aquel muchacho desconocido y deseé que se revelara para poder golpearlo.  — No te calientes (*), Jess, por suerte yo no opino así...

— Me importa un demonio lo que opines. — Lo corté. — Sólo quiero saber cómo sabes sobre Caleidoscope para poder irme.

Hubo unos segundos de quietud y pensé que se había marchado.

— Todos los jugadores te conocen. — Habló en voz baja. — Pero yo... Lo hago mejor que nadie...

Esperé que siguiera con su explicación pero eso nunca ocurrió, la campana que indicaba el comienzo de las clases de la tarde marcó el fin de nuestro primer encuentro. 

Me levanté rápidamente y fui hacia el último lugar de donde parecía provenir la voz, no habia nadie, solo un pedazo de papel amarillo. Una nota.

"Sé que aún quieres saber muchas cosas, pero no las responderé hasta la siguiente reunión. Ve  mañana a esta hora la cancha de básquet y me encontrarás allí. Prometo llegar temprano esta vez."

Estrujé el papel entre mis dedos con furia. No sabía quién era este chico pero estaba comenzando a odiarlo.

••••••••
(*) Creo que vale la pena aclarar que "no te calientes" = "no te enojes".

FeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora