(VIOLET)
La torre de Gryffindor seguía casi tan llena como durante el trimestre, y parecía más pequeña, porque sus ocupantes armaban mucho más jaleo aquellos días.
Calem, Fred y George habían cosechado un gran éxito con sus galletas de canarios, y durante los dos primeros días de vacaciones la gente iba dejando plumas por todas partes y George me había confesado que estaban desarrollando un nuevo invento.
En aquel momento nevaba copiosamente en el castillo y sus alrededores. El carruaje de Beauxbatons, de color azul claro, parecía una calabaza enorme, helada y cubierta de escarcha y el barco de Durmstrang tenía las portillas heladas y los mástiles cubiertos de escarcha. Abajo, en las cocinas, los elfos domésticos se superaban a sí mismos con guisos calientes y sabrosos, y postres muy ricos. La única que encontraba algo de lo cual quejarse era Fleur Delacour.
-Toda esta comida de Hogwag es demasiado pesada- la escuchamos decir una noche en que salíamos tras ella del Gran Comedor -¡No voy a podeg lusig el vestido!
-¡Ah, qué tragedia!- se burló Hermione cuando Fleur salía al vestíbulo -Vaya ínfulas, ¿eh?
A Cora la tuvimos que detener para que no le arrancará su bonito cabello.
-¿Con quién vas a ir al baile, Hermione?- Ron le hacía aquella pregunta en los momentos más inesperados para ver si, al pillarla por sorpresa, conseguía que le contestara.
Sin embargo, Hermione no hacía más que mirarlo con el entrecejo fruncido y responder -No te lo digo. Te reirías de mí.
-¿Bromeas, Weasley?- dijo Malfoy tras nosotros -¡No me dirás que ha conseguido pareja para el baile! ¿La sangre sucia de los dientes largos?
Harry y Ron se dieron la vuelta bruscamente, pero Hermione saludó a alguien detrás de Malfoy -¡Hola, profesor Moody!
Malfoy palideció y retrocedió de un salto, buscándolo con la mirada, pero Moody estaba todavía sentado a la mesa de los profesores, terminándose el guiso.
-Eres un huroncito nervioso, ¿eh, Malfoy?- dijo Hermione mordazmente, y Cora se rió tanto que casi no podía respirar cuando se marcho hacía su torre.
-Hermione- exclamó de repente Ron, sorprendido- tus dientes...
-¿Qué les pasa?
-Bueno, que son diferentes... Lo acabo de notar.
-Claro que lo son ¿Esperabas que siguiera con los colmillos que me puso Malfoy?
-No, lo que quiero decir es que son diferentes de como eran antes de la maldición de Malfoy. Están rectos y... de tamaño normal.
Hermione nos dirigió de repente una sonrisa maliciosa, y Ron tenía razón, aquélla era una sonrisa muy distinta de la de antes.
-Bueno... cuando fui a que me los encogiera la señora Pomfrey, me puso delante un espejo y me pidió que dijera ya cuando hubieran vuelto a su tamaño anterior- explicó -y simplemente la dejé que siguiera un poco -Sonrió más aún -A mis padres no les va a gustar. Llevo años intentando convencerlos de que me dejaran disminuirlos, pero se empeñaban en que siguiera con el aparato. Ya sabén que son dentistas, y piensan que los dientes y la magia no deberían... ¡Miren!, ¡ha vuelto Pigwidgeon!
El mochuelo de Ron, con un rollito de pergamino atado a la pata, gorjeaba como loco encima de la barandilla adornada con carámbanos. La gente que pasaba por allí lo señalaba y se reía, y unas chicas de tercero se pararon a observarlo.
-¡Estúpido cretino con plumas!- masculló Ron, corriendo por la escalera para atraparlo -¡Hay que llevarle las cartas directamente al destinatario, y sin exhibirse por ahí!- Pigwidgeon gorjeó de contento, sacando la cabeza del puño de Ron.
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¿Violet? y el cáliz de fuego.
FanfictionViolet a pasado de ser ella a una mezcla extraña de dos personalidades. Ni ella misma entiende que esta pasando y de pronto ya esta envuelta en más problemas, como la inminente aparición de una extraña mujer y la complicación de un torneo peligroso...