28. La tercera prueba.

4 1 0
                                    

(VIOLET)

Harry ya había hecho partícipes a Ron y a Hermione de todo cuánto habiamos visto en el pensadero y de casi todo de lo que había hablado con Dumbledore. Naturalmente, también había hecho partícipe a Sirius, a quien había enviado una lechuza en cuanto salió del despacho de Dumbledore y a Cora de forma más superficial ya que no habíamos tenido tiempo de contarle todo. Aquella noche los tres volvieron a quedarse hasta tarde hablando de todas esas cosas, yo había decidido ir a descansar.

Al empezar junio, volvieron la excitación y el nerviosismo al castillo. Todos esperaban con impaciencia la tercera prueba, que tendría lugar una semana antes de fin de curso.

Harry aprovechaba cualquier momento para practicar los maleficios, y se sentía más confiado ante aquella prueba que ante las anteriores.

Harta de pillarnos por todas partes, la profesora McGonagall había dado permiso a Harry para usar el aula vacía de Transformaciones durante la hora de comer. No tardó en dominar el embrujo obstaculizador, un conjuro que servía para detener a los atacantes; la maldición reductora, que le permitiría apartar de su camino objetos sólidos, y el encantamiento brújula, un útil descubrimiento de Hermione que haría que la varita señalara justo hacia el norte y, por lo tanto, le permitiría comprobar si iba en la dirección correcta hacia el centro del laberinto. Sin embargo, Harry seguía teniendo problemas con el encantamiento escudo. Se suponía que creaba alrededor del que lo conjuraba un muro temporal e invisible capaz de desviar maldiciones no muy potentes, pero Cora logró romperlo con un embrujo piernas de gelatina bien lanzado. Ella parecía extrañamente cansada y se notaba exhausta.

Yo solo solía acompañarlos ya que era tan mala para lanzar hechizos que las cosas podían salirse de control.

Por aquellos días, Sirius enviaba lechuzas a diario. Al igual que Hermione, parecía que su interés primordial era ayudar a que Harry pasara la tercera prueba, antes de preocuparse por otros asuntos. En cada carta le recordaba que, ocurriera lo que ocurriera fuera de los muros de Hogwarts, ni era asunto suyo, ni podía hacer nada al respecto.

Si Voldemort está realmente recobrando fuerzas -escribía-  lo primero para mí es tu seguridad. No te puede ponerlas manos encima mientras estés bajo la protección de Dumbledore; pero, aun así, es mejor no arriesgarse: entrénate para el laberinto, y luego ya nos ocuparemos de otros asuntos.

Cora se acercó a Harry al final de uno de los últimos entrenamientos y pareció bastante alterada mientras le explicaba algo al chico pero el solo pareció molesto.

• • • • •

El desayuno fue muy bullicioso en la mesa de Gryffindor la mañana de la tercera prueba.

Las lechuzas llevaron a Harry una tarjeta de Sirius para desearle buena suerte. Llegó una lechuza para Hermione llevándole su acostumbrado ejemplar de El Profeta.  Lo desplegó, miró la primera página y escupió sin querer el zumo de calabaza que tenía en la boca.

-¿Qué...?- preguntaron al mismo tiempo Harry y Ron, mirándola.

-Nada- se apresuró a contestar ella, intentando retirar el periódico de la vista.

Pero Ron lo cogió. Miró el titular -No puede ser. Hoy no. Esa vieja rata...- dijo.

-¿Qué?- preguntó Harry -¿Otra vez Rita Skeeter?

-No- dijo Ron, e, igual que había hecho Hermione, intentó retirar el periódico.

-Es sobre mí, ¿verdad?

Tome el periódico para leerlo -si lo és- respondí causando que Hermione y Ron me miraran mal.

-Déjame verlo- me pidió Harry así que se lo entregue.

¿Violet? y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora