9. Ojoloco Moody.

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(VIOLET)

A la mañana siguiente la tormenta se había ido a otra parte, aunque el techo del Gran Comedor seguía teniendo un aspecto muy triste.

Durante el desayuno examinamos nuestros horarios pero Hermione no parecía poder concentrarse.

-¿Creen que ella este bien?- preguntó con la mirada puesta en la mesa de Ravenclaw, justo donde Cora estaba sentada.

Cora también parecía mirar su horario y jugaba con su desayuno del cuál no parecía haber probado ni un bocado.

-No lo parece...- dije y Harry también dirigió su mirada hacía ella.

-Hoy no está mal: fuera toda la mañana- dijo Ron pasando el dedo por la columna del lunes de su horario y cambiando el tema -Herbología con los de Hufflepuff y Cuidado de Criaturas Mágicas... ¡Maldita sea!, seguimos teniéndola con los de Slytherin...

-Y esta tarde dos horas de Adivinación- gruñó Harry, observando el horario.

-Tendrían que haber abandonado esa asignatura como hice yo- dijo Hermione con énfasis, untando mantequilla en  la tostada -De esa manera estudiarían algo sensato como Aritmancia.

-Estás volviendo a comer, según veo- dijo Ron, mirando a Hermione y las generosas cantidades de mermelada que añadía a su tostada, encima de la mantequilla.

La noche anterior Hermione había averiguado que elfos domésticos preparaban la comida y había tomado la decisión de no comer más.

-He llegado a la conclusión de que hay mejores medios de hacer campaña por los derechos de los elfos- repuso Hermione con altivez.

-Sí... y además tenías hambre- comentó Ron, sonriendo.

De repente oímos sobre nosotros un batir de alas, y un centenar de lechuzas entró volando a través  de los ventanales abiertos. De entré todas destacaba el lustroso plumaje negro y el gran tamaño de Océano.

El ave descendió con cuidado y se posó en la mesa. No me traía ningún correo, solo parecía venir a verme.

Harry que esperaba a Hedwig al no verla llegar parecía desilusionado y siguió así durante todo el camino que hicimos al Invernadero 3.

La profesora Sprout nos mostro las plantas más feas que había visto nunca. Parecían gruesas y negras babosas gigantes que salian verticalmente de la tierra. Todas estaban algo retorcidas, y tenían una serie de bultos grandes y brillantes que parecían llenos de líquido.

-Son bubotubérculos- le susurre a Harry y me sorprendi mucho cuando la profesora Sprout me dio la razón. ¿Desde cuándo yo conocía de plantas raras?

-Hay que exprimirlas, para recoger el pus...

-¿El qué?- preguntó Seamus Finnigan, con asco.

-El pus, Finnigan, el pus- dijo la profesora Sprout -Es extremadamente útil, así que espero que no se pierda nada. Como decía, recogeran el pus en estas botellas. Tienen que ponerse los guantes de piel de dragón, porque el pus de un bubotubérculo puede tener efectos bastante molestos en la piel cuando no está diluido.

Para el final de la clase ya habíamos recogido varios litros.

-La señora Pomfrey se pondrá muy contenta- comentó la profesora Sprout, tapando con un corcho la última botella -El pus de bubotubérculo es un remedio excelente para las formas más persistentes de acné. Les evitaría a los estudiantes tener que recurrir a ciertas medidas desesperadas para librarse de los granos.

El insistente repicar de una campana procedente del castillo resonó en los húmedos terrenos del colegio, y los de Gryffindor hacía la pequeña cabaña de madera de Hagrid, que se alzaba en el mismo borde del bosque prohibido.

¿Violet? y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora