(CORA)
Siguiendo al señor Weasley, nos internamos a toda prisa en el bosque por el camino que marcaban los faroles. Caminamos por el bosque hablando y bromeando en voz alta unos veinte minutos, hasta que al salir por el otro lado nos topamos con un estadio colosal.
-Hay asientos para cien mil personas -explicó el señor Weasley -Quinientos funcionarios han estado trabajando durante todo el año para levantarlo- se encamino hacia la entrada más cercana, que ya estaba rodeada de un enjambre de bulliciosos magos y brujas.
-¡Asientos de primera! -dijo la bruja del Ministerio apostada ante la puerta, al comprobar las entradas-. ¡Tribuna principal! Todo recto escaleras arriba.
Las escaleras del estadio estaban tapizadas con una suntuosa alfombra de color púrpura. Subimos con la multitud, que poco a poco iba entrando por las puertas que daban a las tribunas que había a derecha e izquierda. Llegamos al final de la escalera y nos encontramos en una pequeña tribuna ubicada en la parte más elevada del estadio. Contenía unas veinte butacas de color rojo, todos tomamos asiento en la fila delantera.
En cada extremo del estadio se levantaban tres aros de gol, a unos quince metros de altura. Justo enfrente de la tribuna en que nos hallabamos, había un panel gigante. Unas letras de color dorado iban apareciendo en él y luego se borraban, eran anuncios que enviaban sus destellos a todo el estadio
-¿Dobby? -preguntó Harry que estaba a un lado mío.
Dirigí mi mirada hacía donde el veía, en el asiento de atras había un elfo doméstico.
La diminuta figura levantó la cara y separó los dedos, mostrando unos enormes ojos castaños y una nariz que tenía la misma forma y tamaño que un tomate grande.
-¿El señor acaba de llamarme Dobby? -chilló el elfo de forma extraña y aguda. Era una elfina.
-Disculpe -le dijo Harry a la elfina-, la he confundido con un conocido.
-¡Yo también conozco a Dobby, señor! -chilló la elfina. Se tapaba la cara como si la luz la cegara, a pesar de que la tribuna principal no estaba excesivamente iluminada -Me llamo Winky, señor...-En ese momento reconoció la cicatriz de Harry, y los ojos se le abrieron hasta adquirir el tamaño de dos platos pequeños -¡Usted es, sin duda, Harry Potter!
-Sí, lo soy -contestó Harry.
-¡Dobby habla todo el tiempo de usted, señor! -dijo ella, bajando las manos un poco pero conservando su expresión de miedo.
-¿Cómo se encuentra? -preguntó Harry-. ¿Qué tal le sienta la libertad?
-¡Ah, señor! -respondió Winky, moviendo la cabeza de un lado a otro-, no quisiera faltarle al respeto, señor, pero no estoy segura de que le hiciera un favor a Dobby al liberarlo, señor.
-¿Por qué? -se extrañó Harry-. ¿Qué le pasa?
-La libertad se le ha subido a la cabeza, señor -dijo Winky con tristeza -Tiene raras ideas sobre su condición, señor.
-¿Por qué? -inquirió Harry.
Winky bajó el tono de su voz media octava para susurrar -Pretende que le paguen por trabajar, señor.
-¿Que le paguen? -repitió Harry, sin entender-. Bueno... ¿por qué no tendrían que pagarle?
La idea pareció espeluznar a Winky, que cerró los dedos un poco para volver a ocultar parcialmente el rostro -¡A los elfos domésticos no se nos paga, señor! -explicó en un chillido amortiguado-. No, no, no. Le he dicho a Dobby, se lo he dicho, ve a buscar una buena familia y asiéntate, Dobby. Lo que hace es muy indecoroso en un elfo doméstico.
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¿Violet? y el cáliz de fuego.
FanficViolet a pasado de ser ella a una mezcla extraña de dos personalidades. Ni ella misma entiende que esta pasando y de pronto ya esta envuelta en más problemas, como la inminente aparición de una extraña mujer y la complicación de un torneo peligroso...