31. Adiós, Violet.

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(VIOLET)

Colagusano se acercó a Harry, que intentó sacudirse su aturdimiento y apoyar en los pies el peso del cuerpo antes de que le desataran las cuerdas. Colagusano levantó su nueva mano plateada, le sacó la bola de tela de la boca, y luego, de un solo golpe, cortó todas las ataduras que sujetaban a Harry a la lápida.

Temí por la seguridad de Harry pero no conseguía liberarme, ya no podía transformarme en agua y solo me provocaba dolor.

Colagusano se dirigió hacia el lugar en que yacía el cuerpo de Cedric, y regresó con la varita de Harry, que le puso con brusquedad en la mano, sin mirarlo, para volver luego a ocupar su sitio en el círculo de mortífagos.

-¿Te han dado clases de duelo, Harry Potter?- preguntó Voldemort con voz melosa.

Harry parecía preocupado y solo podía imaginarme en que estaba pensando, se iba a enfrentar a aquello contra lo que siempre nos había prevenido Moody: la maldición  Avada Kedavra, que no se podía interceptar. Y Voldemort tenía razón, aquella vez su madre no se encontraba allí para morir por él. Harry estaba completamente desprotegido.

-Saludémonos con una inclinación, Harry- dijo Voldemort, agachándose un poco, pero sin dejar de presentar a Harry su cara de serpiente -Vamos, hay que comportarse como caballeros... A Dumbledore le gustaría que hicieras gala de tus buenos modales. Inclínate ante la muerte, Harry.

Los mortífagos volvieron a reírse. La boca sin labios de Voldemort se contorsionó en una sonrisa.

Harry no se inclinó.

-He dicho que te inclines- repitió Voldemort, alzando la varita. Harry, obligado por Voldemort se inclinó.

-Muy bien- dijo Voldemort con voz suave -Ahora da la cara como un hombre. Tieso y orgulloso, como murió tu padre... Señores, empieza el duelo.

Voldemort levantó la varita una vez más, y, antes de que Harry pudiera hacer nada para defenderse, recibió de nuevo el impacto de la maldición cruciatus. Harry gritó tan fuerte que me dolió el solo imaginar el dolor y cayó al suelo.

Harry se dio la vuelta y con dificultad, se puso en pie. Temblaba tan incontrolablemente como Colagusano después de cortarse la mano. En su tambaleo llegó hasta el muro de mortífagos, que lo empujaron hacia Voldemort.

-Un pequeño descanso- dijo Voldemort, dilatando de emoción las alargadas rendijas de la nariz -una breve pausa... Duele, ¿verdad, Harry? No querrás que lo repita, ¿a que no?

Harry no respondió.

-Maureen- llamo Voldemort a la mujer -no dejes a nuestra invitada fuera de la diversión.

Maureen realizó una reverencia y apuntó de vuelta su varita hacía mí -Crucio- dijo con suavidad.

Volví a gritar hasta que me quede sin voz, esta vez sentía como si algo explotara en mi interior y me hizo retorserme hasta que caí al suelo, siendo liberada de mis ataduras por la misma Maureen.

-No hay mayor diversión que ver a un amigo morir- dijo Maureen - Imperio.

Esta vez el dolor y los temblores desaparecieron completamente, me note caminar hasta quedar detras de Harry, no muy cerca para no estorbar con el espectáculo y mirar con todo detalle.

Harry no parecía dispuesto a responder.

-Te he preguntado si quieres que lo repita- dijo Voldemort con voz suave -¡Respóndeme! ¡Imperio!

-¡NO  LO HARÉ!- gritó Harry y su boz retumbo por todo el cementerio
Esta vez los mortifagos no se rieron, no hicieron ruido alguno.

El silencio solo fue interrumpido por mi risa, nadie había esperado tal fuerza de Harry y eso me divertia.

¿Violet? y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora