22. El misterio del huevo de oro.

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(CORA)

Harry había mencionado que tenía bajo control el asunto del huevo desde que habíamos regresado al castillo después de convencer a Hagrid de volver al trabajo, yo no le creía aunque Hermione parecía orgullosa y Ron ni se lo cuestionaba. De esa forma decidí tomar el asunto en mis manos, deje a Ajenjo agarrada a su capa y se infiltro con el en la torre de Gryffindor. Lo lógico era que si hacía algo actuará de noche y cuando Harry decidiera salir yo ya estaría lista para acompañarlo.

Solo transcurrió un par de días cuando Harry por fin se decidió a actuar. Sin que el lo supiera yo ya lo esperaba escalones abajo y mientras lo esperaba me dio tiempo de pensar en todas las veces en que Filch me había atrapado, algunas veces por culpa de su gata y habían sido tantas que probablemente ya había hecho cuantos castigos se le habian ocurrido, ya solo faltaba que me colgara de los pulgares, me reí en mis adentros; al menos todo aquello me había servido para ser casi experta en evitarlo. Pasaron otro par de minutos hasta que Harry paso a mi lado bien cubierto por su capa invisible y Ajenjo me dio la señal para que hablara.

-Harry- susurre.

Harry levantó su capa de forma que pude ver parte de el, parecía sobresaltado -¿Cora?

-Hazme espacio- dije y sin darle tiempo para nada me metí bajo la capa y lo ayude a sujetar el peso del huevo que llevaba en su brazo.

-¿Qué haces aquí?- pregunto en un susurro nervioso -¿Cómo supis...?

-Shhh... hablaremos cuando estemos seguros.

Asi comenzamos a caminar en dirección al cuarto baño de los prefectos, era un buen plan porque muy pocos tenían acceso a él y era mucho menos probable que nos molestaran allí.

Harry también había decidió llevar el mapa del merodeador; el mapa mostraba todo el castillo de Hogwarts, incluyendo sus muchos atajos y pasadizos secretos y, lo más  importante de todo, señalaba a la gente que había dentro del castillo como minúsculas motas acompañadas de un cartelito con su nombre. Las motitas se movían por los corredores en el mapa, de forma que nos podríamos dar cuenta de antemano si alguien se aproximaba al cuarto de baño.

Los corredores estaban iluminados por la luz de la luna, vacíos y en silencio y cuando revisaba el mapa aprovechaba para buscar entre los nombres, primero busqué a Violet y la localice pero su cartelito estaba vacío. Me pareció sorprendente.

Cuando llegamos a la estatua de Boris  el Desconcertado, un mago con pinta de andar perdido, con los guantes colocados al revés, el derecho en la mano izquierda y viceversa localizamos una puerta, nos acercamos a ella y Harry susurro algo. La puerta chirrió al abrirse.

Nos metimos inmediatamente, eche el cerrojo después de entrar y por fin nos quitamos la capa invisible después de asegurarnos de que no había nadie.

-Que baño tan bonito- dije después de mirarlo bien.

Estaba suavemente iluminado por una espléndida araña llena de velas, y todo era de mármol blanco, incluyendo lo que parecía una piscina vacía de forma rectangular, en el centro de la habitación. Por los bordes de la piscina había unos cien grifos de oro, cada uno de los cuales tenía en la llave una joya de diferente color. Había asimismo un trampolín, y de las ventanas colgaban largas cortinas de lino blanco. En un rincón había un montón de toallas blancas muy mullidas, y en la pared un único cuadro con marco dorado que representaba una sirena rubia profundamente dormida sobre una roca; el largo pelo, que le caía sobre el rostro, se agitaba cada vez que resoplaba.

Harry avanzó mirando a su alrededor. Sus pasos hacían eco en los muros.

-Cora...- comenzó Harry.

¿Violet? y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora