18. Dobby.

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(VIOLET)

-A Harry le queda mucho por andar antes de que termine el Torneo- declaró Hermione muy seria -Si esto ha sido la primera prueba, no me atrevo a pensar qué puede venir después.

-Eres la esperanza personificada, Hermione- le reprochó Ron -Parece que te hayas puesto de acuerdo con la profesora Trelawney.

Aquella noche habíamos subido a la lechuzeria para que Harry le mandara una carta a Sirius contandole todo lo sucedido y al parecer las cosas volvían a ser como antes. Hermione y Ron discutiendo y Harry y yo apartados como espectadores.

Un momento después contemplamos cómo desaparecía Pigwidgeon en la oscuridad, y luego dijo Ron -Bueno, será mejor que bajemos para tu fiesta sorpresa, Harry. A estas alturas, Fred y George ya habrán robado suficiente comida de las cocinas del castillo.

Y Ron no se equivocaba, cuando entramos en la sala común de  Gryffindor todos prorrumpieron una vez más en gritos y vítores. Había montones de pasteles y de botellas grandes de zumo de calabaza y cerveza de mantequilla en cada mesa. Lee Jordan había encendido algunas bengalas fabulosas del doctor Filibuster, que no necesitaban fuego porque prendían con la humedad, así que el aire estaba cargado de chispas y estrellitas. Dean Thomas, que era muy bueno en dibujo, había colgado unos estandartes nuevos  impresionantes, la mayoría de los cuales representaban a Harry volando en torno a la cabeza del colacuerno con su Saeta de Fuego, aunque un par de ellos mostraban a Cedric con la cabeza en llamas.

Harry se sirvió comida y se sentó con nosotros. Al menos parecía realmente contento y no solo lleno de estres y preocupación. En ese momento, Calem, que había estado con los gemelos se acercó hasta nuestra mesa y se sento en un asiento vacío que se encontraba a un lado de mi.

Sonrió con su habitual tranquilidad -¿Cómo has visto a Cora? - a pesar de todo no podía ocultar su preocupación.

-Esta mucho mejor aunque aún parece estresarse en las multitudes- era inevitable no responder a su sonrisa así que le sonreí.

-Mañana intentaré comunicarme pacíficamente con ella.

-Seguramente lo lograrás- le contesté para intentar tranquilizarlo mientras una parte de mi cabeza pensaba en lo calido que sería si pudiera abrazarlo. Aquel pensamiento me hizo agitar la cabeza y sentir un poco de miedo porque aquello no parecía haber sido pensado por mí. Miré a mi alrededor intentando encontrar a la sombra roja pero en lugar de eso escuché un horrible ruido, una especie de lamento chirriante y estrepitoso que llenó la sala.

Harry había abierto el huevo dorado y el sonido al parecer provenía de ahí.

-¡Ciérralo!- gritó Fred, tapándose los oídos con las manos.

-¿Qué era eso?- preguntó Seamus Finnigan, observando el huevo cuando Harry volvió a cerrarlo -Sonaba como una banshee. ¡A lo mejor te hacen burlar a una de ellas, Harry! 

-¡Era como alguien a quien estuvieran torturando!- opinó Neville, que se había puesto muy blanco y había dejado caer los hojaldres rellenos de salchicha -¡Vas a tener que luchar contra la maldición cruciatus!

-No seas tonto, Neville, eso es ilegal- observó George -Nunca utilizarían maldición cruciatus contra los campeones. Yo creo que se parecía más bien a Percy cantando... A lo mejor tienes que atacarlo cuando esté en la ducha, Harry.

-Me iré a dormir- dije de pronto y me levanté, le pedí disculpas a Calem por dejarlo y le desee buenas noches a los chicos para finalmente subir las escaleras y entrar al dormitorio que se encontraba vacío.
Mi cuerpo temblaba probablemente por el miedo que sentía de que la sombra roja pudiera volver, lleve una mano hasta mi collar y saqué la pequeña esfera, era calida y cada vez se mezclaba más el violeta con el rojo.
Me acerqué hasta mi cama y tome uno de los frascos de veneno que había escondido cuidadosamente en un rincon, abrí uno que ya estaba casi por la mitad y tome un pequeño trago. Era extrañamente dulce y ligeramente ácido. Entonces recordé el anillo de cabello, lo saqué de mi bolsa donde aún lo llevaba y lo observé; parecía que el anillo de cabello solo se había llenado de una capa grisasea de ceniza pero al moverlo un poco la capa se comenzaba a desprender y en lugar de cabello lo que había era una especie de anillo que parecía hecho de vidrio negro. Sólo podía quedarme con la duda de saber para que se supone que lo había hecho. Lo escondi con mi veneno y finalmente me acosté a descansar.

¿Violet? y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora