5. La marcha tenebrosa.

9 6 0
                                    

(VIOLET)

-No le digan a su madre que han apostado- imploró a Fred y George el señor Weasley, bajando despacio por la escalera.

-No te preocupes, papá- respondió Fred muy alegre -Tenemos grandes planes para este dinero, y no queremos que nos lo confisque.

Pronto nos vimos rodeados por la multitud que abandonaba el estadio para regresar a las tiendas de campaña. Se escuchaban estridentes cantos por el camino iluminado de farolas, y los leprechauns no paraban de moverse velozmente, riéndose a carcajadas y agitando sus faroles. Cuando por fin llegamos a las tiendas, nadie tenía sueño y el señor Weasley consintió en que tomaramos todos juntos una última taza de chocolate con leche antes de acostarnos.

No tardaron en enzarzarse en una agradable discusión sobre el partido. El señor Weasley se mostró en desacuerdo con Charlie en lo referente al comportamiento violento, y no dio por finalizado el análisis del partido hasta que Ginny se cayó dormida sobre la pequeña mesa, derramando el chocolate por el suelo. Entonces nos mandó a todos a dormir.

Hermione, Cora Ginny y yo nos metimos en nuestra tienda.

Mi cansancio aumentaba cada vez más así que me puse mi pijama y me acosté en mi litera para hacerme una bolita e intentar dormir. Cora parecía no querer hacerlo, se veía muy emocionada con todo lo que paso en la final y solo se acostó para mirar lo que sea que estuviera arriba de ella. Hermione y Ginny hicieron lo mismo que yo.

-¡Levantate, Violet!- me despertó la voz de Cora mientras me sacudia.

-¿Qué pasa? - pregunté con pesar y moviendome lo más rápido que podía.

-¡No hay tiempo de explicar, debemos salir de aquí!

Hermione y Ginny ya estaban preparadas para salir y pronto seguí a las tres al exterior.

A la luz de los escasos fuegos que aún ardían, pude ver a gente que corría hacia el bosque, huyendo de algo que se acercaba detrás, por el campo, algo que emitía extraños destellos de luz y hacía un ruido como de disparos de pistola. Habían abucheos escandalosos, carcajadas estridentes y gritos de borrachos. A continuación, apareció una fuerte luz de color verde que iluminó la escena. A través del campo marchaba una multitud de magos, que iban muy apretados y se movían todos juntos apuntando hacia arriba con las varitas. Parecía que no tuvieran rostro, pero solo iban tapados con capuchas y máscaras. Por encima de ellos, en lo alto, flotando en medio del aire, había cuatro figuras que se debatían y contorsionaban adoptando formas grotescas. Era como si los magos enmascarados que iban por el campo fueran titiriteros y los que flotaban en el aire fueran sus marionetas. Al grupo se iban juntando otros magos, que reían y apuntaban también con sus varitas a las figuras del aire. La marcha de la multitud arrollaba las tiendas de campaña. Alguno de los que marchaban destruian con un rayo originado en su varita alguna tienda que le estorbaba el paso.

Una de las figuras que flotaba era el señor Roberts, el gerente del cámping. Los otros tres bien podían ser su mujer y sus hijos. Con la varita, uno de los de la multitud hizo girar a la señora Roberts hasta que quedó cabeza abajo: su camisón cayó entonces para revelar unas grandes bragas. El más pequeño de los niños muggles, había empezado a dar vueltas como una peonza, a veinte metros de altura, con la cabeza caída y balanceándose de lado a lado como si estuviera muerto.

-Dan verdaderas ganas de vomitar...- dijo Ron que se encontraba a un lado de Harry ya fuera de su tienda.

Unos segundos despues salieron de la tienda de los chicos Bill, Charlie y Percy, completamente vestidos, arremangados y con las varitas en la mano.

-Vamos a ayudar al Ministerio- gritó el señor Weasley por encima de todo aquel ruido, arremangándose él también -Ustedes vayan al bosque, y no se separen. ¡Cuando hayamos solucionado esto iré a buscarlos!

¿Violet? y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora