2. El traslador.

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(VIOLET)

Me levanté muy temprano. Era la costumbre que había tomado desde que llegué. Me cambié y cepille el cabello en silencio y me mire al espejo, no había ningún otro cambio y eso me hizo sentir tranquila.

Salí de la habitación de Ginny tan en silencio como pude y baje las escaleras. Sali un momento al jardín y me aleje un poco hasta llegar a un pequeño arbusto, Océano aterrizó en la rama de un arbol y me observó.

-Hola Océano- le dije y estire mi mano hacia el arbusto, apenas roce algunas de sus hojas y de inmediato sentí su energía pasar a mi cuerpo cansado. Había descubierto que podía hacer eso de forma voluntaria siempre y cuando no estuviera completamente agotada y así me recuperaba un poco aúnque por el momento solo lo hacía con plantas, me asustaba pensar en lo que podía pasar si lo hacía con otros seres vivos.
Me aleje del arbusto hasta que quedo seco.

Al volver a la casa la señora Weasley removia algo en una olla y el señor Weasley, sentado a la mesa, comprobaba un manojo de grandes entradas de pergamino.

-Violet, cariño ¿ya has tomado tu caminata diaria?- me preguntó Molly con amabilidad.

-Así es, hoy es un hermoso día- le sonreí contenta y sobre todo recuperada por la energía que había tomado.

Justo en ese momento los chicos bajaron por la escalera y el señor Weasly extendió los brazos para que pudieramos verle mejor la ropa. Llevaba lo que parecía un sueter de golf y unos vaqueros muy viejos que le venían algo grandes y que sujetaba a la cintura con un grueso cinturon -¿Qué les parece?- pregunto -Se supone que vamos de incógnito... ¿Parezco un muggle, Harry

-Sí- respondió Harry, sonriendo -Está muy bien.

-¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy?- preguntó George, sin lograr reprimir un descomunal bostezo.

-Bueno, van a aparecerse, ¿no?- dijo la señora Weasley, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir avena en los cuencos con un cazo -así que pueden dormir un poco más.

-O sea, que siguen en la cama...- dijo Fred de malhumor, acercándose su cuenco de avena -¿Y por qué no podemos aparecernos nosotros también?

-Porque no tienen la edad y no han pasado el examen- contestó bruscamente la señora Weasley -¿Y dónde se han metido esas chicas? Salió de la cocina y subio la escalera.

-¿Hay que pasar un examen para poder aparecerse?- preguntó Harry.

-Desde luego- respondió el señor Weasley, poniendo a buen recaudo las entradas en el bolsillo trasero del pantalón -El Departamento de Transportes Mágicos tuvo que multar el otro día a un par de personas por aparecerse sin tener el carné. La aparición no es fácil, y cuando no se hace como se debe puede traer complicaciones muy desagradables. Esos dos que les digo se escindieron.

Todos hicieron gestos de desagrado menos Harry.

-¿Se escindieron?- pregunte desorientada.

-La mitad del cuerpo quedó atrás- explicó el señor Weasley, echándose con la cuchara un montón de melaza en su cuenco -Y, por supuesto, estaban inmovilizados. No tenían ningún modo de moverse. Tuvieron que esperar a que llegara el Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos y los recompusiera. Hubo que hacer un montón de papeleo, con tantos muggles que vieron los trozos que habían dejado atrás...

-¿Quedaron bien?- preguntó Harry, asustado.

-Sí- respondió el señor Weasley con tranquilidad -Pero les cayó una buena multa, y me parece que no van a repetir la experiencia por mucha prisa que tengan. Con la aparición no se juega. Hay muchos magos adultos que no quieren utilizarla. Prefieren la escoba: es más lenta, pero más segura.

¿Violet? y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora