Cuando desperté lo primero que noté fue que mi piel ya no era pálida cómo el papel, tenía un bonito color dorado o eso notaba en mis manos. El collar que siempre llevaba continuaba en mi cuello solo que su apariencia había cambiado. A su alrededor habían unos anillos delgados, uno de color negro y el otro dorado.
Estaba en un lugar muy diferente al que había despertado por primera vez, este estaba más iluminado y entraba aire fresco de una ventana en la que se mecian con suavidad unas cortinas de un bonito tono azulado. La cama también era muy diferente, era más grande y me cubrían sabanas rosas en lugar de sabanas blancas.
No noté las voces hasta unos segundos después, venían de afuera de la habitación en la que me encontraba. Me bajé de la cama con cuidado, llevaba puesto un camisón blanco que no reconocía. En silencio me acerqué a la puerta cerrada y trate de escuchar.
-¡No me parece correcto!- decía la voz desconocida de un hombre -Éso no está bien.
-Ahora resulta qué a ti te importa lo qué está bien- era la voz de reclamó de una mujer que me parecía muy familiar.
-Yo lo hice por el bien de todos...- el hombre parecía afligido -ni siquiera se porque lo haces tú...
Hubo un largo silencio y después volvió a hablar la mujer -ella esta viva pero no recuerda nada... la traeré de vuelta...
Tenía curiosidad de saber quienes eran aquellas personas así que salí. La puerta daba a un pasillo, frente a mi habían otras dos puertas, pero las voces no provenían de ninguna de ellas, las voces venían del final así que recorrí todo el pasillo hasta que llegue a lo que parecía un comedor, era sencillo pero parecían acogedor.
Ambas personas voltearon a verme.
-¡Violet!- dijo la mujer emocionada -ven, acercate, preparé algo de comer... seguro estas hambrienta.
Me acerqué con cautela y me senté. El hombre me miró con curiosidad, parecía más joven que la mujer pero estaba lleno de cicatrices, tenía el cabello de un tono castaño oscuro y no parecía nada contento.
La mujer que se había alejado un momento regreso con un plato repleto de comida que colocó frente a mi -come y después de que acabes te mostraré una sorpresa.
-¿Es usted Maureen?- pregunte sin saber como dirigirme a aquellas personas.
La mujer sonrió complacida -Así es, yo soy Maureen- el cabello de la mujer era muy diferente al del hombre, el de ella era de un tono lila bastante extraño -y el es mi hermano- algo que tenían en común eran sus ojos de un tono azul gélido.
Ambos se sentaron y los tres comimos con tranquilidad, casi parecía todo normal a excepción de que no conocía a ninguno de los dos y seguía sin saber en donde estaba.
Terminando la comida, Maureen se levantó, recogió los platos y los llevó a la cocina, cuando regresó llevaba en las manos un pastel con una velita prendida que colocó delante de mi. Después sacó una caja de algun lugar y me la entregó.
-Feliz cumpleaños- dijo el hombre de mal humor.
-Feliz cumpleaños- repitió Maureen.
Confundida sople la velita y mire a la mujer, parecía ansiosa de que abriera la caja así que lo hice. Adentro había una túnica que de inmediato reconocí como el uniforme de Hogwarts. Mire a Maureen sin entender.
-Será tu primer año en el colegio- dijo y me levanto suavemente para llevarme a otra habitación donde había un espejo -espero te guste este cuerpo- me colocó delante de el.
Mi cara de sorpresa se vío reflejada, era alguien muy diferente. Tenía cabello hasta los hombros de un tono castaño oscuro, mis ojos eran verdes y mi piel, tal como había pensado era de un tono dorado, pero lo más sorprendente es que no debía tener más de once años.
-Bienvenida de nuevo, Violet Sallow.
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¿Violet? y el cáliz de fuego.
FanfictionViolet a pasado de ser ella a una mezcla extraña de dos personalidades. Ni ella misma entiende que esta pasando y de pronto ya esta envuelta en más problemas, como la inminente aparición de una extraña mujer y la complicación de un torneo peligroso...