29. El cementerio.

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(VIOLET)

Cuándo por fin toque el suelo de nuevo mis piernas flaquearon y mi estómago se revolvió, tenía tantas náuseas y dolor que me costó mucho levantarme  mientras Cedric ayudaba a Harry.

-¿Dónde estamos?- preguntó.

Cedric sacudió la cabeza.

Miré a nuestro alrededor, habíamos abandonado los terrenos de Hogwarts. Era evidente que habíamos viajado muchos kilómetros, porque ni siquiera se veían las montañas que rodeaban el castillo.

Nos hallabamos en el cementerio oscuro y descuidado de una pequeña iglesia, cuya silueta se podía ver tras un tejo grande que teniamos a la derecha. A la izquierda se alzaba una colina. En la ladera de aquella colina se distinguía apenas la silueta de una casa antigua y magnífica.

Cedric miró la Copa y luego a nosotros -¿Les dijo alguien que la Copa fuera un traslador?- preguntó.

-Nadie- respondió Harry, mirando el cementerio.

Yo negué con la cabeza.

El silencio era total y algo inquietante -¿Será esto parte de la prueba?- pregunto Harry.

-Ni idea- dijo Cedric. Parecía nervioso -¿No deberíamos sacar la varita?

-Sí- asintió Harry.

Ambos me miraron cuando no la saqué -soy tan mala con los hechizos que mejor termine apuñalando a un monstruo con ella y la perdí.

Sus gestos de disgusto casi me dieron risa.

-¿Alguien más siente que nos vigilan?- pregunte.

-Alguien viene- dijo de pronto Harry.

Escudriñando en la oscuridad, vislumbramos dos figuras que se acercaba caminando derecho hacia nosotros por entre las tumbas. No podía distinguir sus caras porque estaban encapuchados pero una de las siluetas era muy alta y la otra que era de pequeña estatura, por la forma en que andaba y la postura de los brazos debía llevar algo en ellos.

La distancia entre nosotros se acortaba a cada paso, permitiéndonos ver que lo que llevaba el encapuchado parecía un bebé.

Harry bajó un poco la varita pero algo me decía que no debía hacerlo. Los tres estábamos desconcertados. Uno y otro volvieron a observar a los que se acercaban, que al fin se detuvieron junto a una enorme lápida vertical de mármol, a dos metros de nosotros.

Durante un segundo, desconocidos  no hicimos otra cosa que mirarnos. Y entonces, sin previo aviso, Harry se llevó las manos a la cara la varita se le resbaló de los dedos. Se le doblaron las rodillas. Cayó al suelo y se quejó de dolor.

Yo no me moví para ayudarlo, la sonrisa en el pedazo de rostro que alcanzaba a ver debajo de la capucha de la silueta alta era inolvidable, estaba segura que era la misma mujer que quería aplastarme y eso me hizo paralizarme.

Se escucho una voz fría y aguda que decía -Mata al otro.

Entonces hubo un silbido y una segunda voz, que gritó al aire de la noche -¡Avada Kedavra!- hubo un intenso rayo de luz verde, y Cedric caía al suelo, a un lado Harry.

No me pudr mover ni siquiera cuando Cedric yacía sobre la hierba, con las piernas y los brazos extendidos. Estaba muerto.  Por fin Harry pareció tranquilizarse un poco pero se quedó tan sorprendido como yo de que Cedric estuviera muerto.

La mujer alta dijo algun conjuro extraño y levantó su varita en mi dirección. El lazo brillante que apareció de ella fue tan rápido hacía mi que ni siquiera pude plantearme la opción de escapar; se enroscó en mis piernas, cosa que me hizo quejarme por el agudo dolor que me provoco.

¿Violet? y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora