Capitulo 24

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Milán

Todos se habían dormido en el avión y yo no he podido dormir ni un solo segundo de saber que estaba Máximo en el avión, en cambio el parecía muerto, observe cada facción de él, sabía que me traería mucho dolores de cabeza en este viaje.

Isabella se había quedado dormida con un libro entre sus manos, me incline un poco hasta ella para quitarle el libro, solo se removió un poco y siguió dormida, para mis adentros rogaba que se levantara, me empezaba aburrir.

Mario, bueno Mario no sabía si estaba dormido o estaba muriendo, era rara su forma de dormir, me reacomode en el mueble un poco inquieta y solté un leve suspiro de aburrimiento.

Se me hace tan raro que no estas durmiendo.- me comento Máximo desde el lugar donde se encontraba, en casi un suspiro y abriendo lentamente sus ojos.

Se supone que estoy en horas de trabajo y no duermo en el trabajo.- se me hacía un hombre tan arrogante y burlesco, pero por el ambiente en que había crecido, había aprendido a lidiar con este tipo de personas.

Son casi las...4 de la tarde.- observo su reloj.

Casi...-resalte.-a las 4 se termina mi horario laboral.

¿Siempre eres tan descortés?- se acomodó en su silla, inclinándose sobre uno de sus codos.

No, solo con las personas que no me apetecen mucho.

¿no mucho?- arqueo una ceja.

Si....eso dije- reafirme y luego aparte la mirada tratando de terminar la conversación que ya sabía que la había cagado.

O sea que solo te apetezco un poco, escuche como desabotono el cinturón del asiento para levantarse.

No te conozco.- cuando voltee repentinamente para volver a retarlo estaba justo enfrente de mi.

Lo siento es que no te escucho bien desde mi lugar, ¿puedo?- me señalo el asiento que estaba justo enfrente de mí.

Claro, adelante.- me rasque levemente la frente, pensando que hacer y rogando que Isabella o Mario despierten y me salven.

Dime, ¿Por qué no te apetezco mucho?

Eres prácticamente mi jefe, ¿puedes dejarme seguir el típico cliché de que odie a mi jefe?- me empezaba a sentir un poco más cómoda, mejor que no se despierten, quiero seguir este momento. Máximo se rio levemente sobre mi comentario.

Tal vez pueda, pero me apetece más el cliché de que la empleada se meta con el jefe.- se inclinó sobre la pequeña mesa que se interponía entre nosotros entrelazando sus manos. Tragué hondo, pero no podía mostrar debilidad.

Y porque la empleada se tendría que meter con el jefe, prefiero más mi cliché.- seguía luchando contra sus descarados comentarios.

Ay por favor.- se rio recostándose en el respaldo del asiento.- eso se lo dejamos a tu amiga que es más romántica, con su toque de rebeldía ante las autoridades, tu...tu eres más de erotismo.- se mordió levemente el labio, me trataba de seducir.

¡espera! ¡¿Qué?!- achique los ojos, debo de admitir que está en lo cierto, pero como se atreve.- el hecho que en este momento seas una figura de autoridad no te da ni el más mínimo derecho de comportarte como un completo idiota, ¿lo entiendes cierto?- si me pregunta si estaba molesta, sí, claro que lo estaba, y si me pregunta sobre si se me antojara algo con él, claro que sí, seria estúpida la que no, pero antes yo tendría que ser su dolor de cabeza.

Cuando abrió la boca para responderme se acercó una azafata ofreciéndonos algo de beber, en realidad se le estaba ofreciendo a Máximo, el solo nego con sus dos dedos, ni siquiera la volteo a ver, no puede ser que me esté ganando solo con simples gestos, cuando la azafata se estaba retirando con cierto disgusto la detuve, me volteo a ver con mirada fulminante.

Lazos Rojos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora