capitulo 32- plagas de Egipto

561 34 39
                                    

Narrador omnisciente

París... la ciudad del amor, es como mucho lo piensan y lo ven, una pareja de jóvenes dan un paseo en bicicleta, con risas y comiendo rosquillas, creo que de lo único que no se cansarían esos dos, serian comer, pero quien pensaría que esa linda pareja que todos ven no lo son, que a los dos les asusta esa idea, pero que no podrían vivir uno lejos del otro.

Pero el mundo que pisa diariamente Isabella garza morales  es un caos, Isabella creo que deberías de fijarte más en los que te rodean.

Con un jefe que te desea más de lo que el mismo acepta, pero reprime todo eso por miedo, aunque eso no se le da también, vamos saca lo bestia que no estamos aburriendo de lo lindo.

Con una mejor amiga, que va siguiendo sus pasos igual metiéndose con su jefe que es como un niño de 12 con juguete nuevo y que no sabe qué hacer, pero ve con cuidado vaquero, que terminaras como los juguetes de toy story .

Con un mejor amigo igual de loco que ellas, ocultando noviazgos misteriosos, ¿de quién se tratara con el que se escapa todas las noches? Es que estos chicos salen de una tontería para meterse en otra.

Isabella viene corriendo de España de una madre que la quería meter en todos los eventos sociales de la alta sociedad y de un padre que la obliga a ser sumamente correcta y exitosa en el derecho, la madre moriría de terror al ver como organiza un evento de esa manera tan poco peculiar en ese estilo de vida reservado y el papa se moriría tres veces de ver a su niñita con su jefe, pero moriría mas al ver quién es.

Pero sigamos, veamos cómo sigue esta historia tan romántica, cliché o como le quieran nombrar a esta historia.

La linda pareja regresa al hotel charlando de distintas cosas, pero es que cuando están a solas son las personas más amables uno con el otro.

Tenían pensado almorzar en los jardines un poco alejado de las persona y es que a los dos les abrumaba tanto las persona cuando de trabajo se trataba y quería un poco de tranquilidad un rato.

Ponen los primeros pies en la entrada del hotel y se encuentran con el verdadero espectáculo, los dos se quedan con los ojos, boca y oídos bien abiertos ante el espectáculo que tenían por delante y Alejandro sabía que su calma había desaparecido.

Isabella no sabía si reír, llorar, estresarse o correr.

Pero Monet, por dios, Monet no sabía si rascarse, pelonearse, irse a cagar o tirarse al primero que viera, sumándole que estaba tan hinchada como sapo, dicen que es malo reírse de las desgracias de otros, pero Mario y Milán no le importaba eso porque estaban muertos de la risa en una esquina.

Máximo estaba tratando de calmar a la mujer de cabello verde que se le subía encima tratando de montarlo, diciendo cosas puercas y a la vez gritando que iba a matar a todos y más al chueco y la mocosa, era como ver a un perro con sarna y con la excitación al máximo, la pobre asistente corría de lado a lado tratando de auxiliar a su jefa, mientras que trabajadores y huéspedes del lugar no se podían creer lo que veían.

De la mujer tan distinguida, elegante que detonaba prepotencia ya no quedaba nada, gracias Mario y Milán, excelente juego de gemelas.

- ¡TU!- grita Monet señalado a Alejandro y matándolo con esos ojos rojos e hinchado, Alejandro solo rodo los ojos en espera a lo que ya sabía.- ¡mira lo que me han hecho- se señala a dé pie a cabezas, Alejandro mete sus manos en los bolsillos inhalando una gran bocanada de aire.- mientras tú te largabas a revolcar con tu zorra protegida.

- ¿a qué has venido Monet?- Isabella se sentía ofendía, pero porque Alejandro no la había defendido ante ese comentario.

- ¿Cómo que a qué? Soy tu socia, tengo el derecho de venir como siempre.- una risa burlesca se le escapa a Alejandro.

Lazos Rojos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora