Capitulo 22

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La tranquilidad y el ruido que me proporcionaba Alejandro era inigualable, le quería, pero no sabía si sería correspondía.

nunca había tenido la necesidad de cocinar, Milán y yo siempre compramos de comer, ya que ninguna cocina, solo a veces cocinaba Mario cuando se quedaba.

Me gusto que por su amabilidad me dijera que estaba bien el sándwich que le había preparado, cuando incluso yo sabía que estaba horrible.

Me había dormido toda la tarde, cuando me levante de golpe.

¡Mierda! – me toque la cabeza.- no le avise a Milán que me iría y que también se podía retirar. – dije por lo bajo pensando en que se molestaría.

*se abre la puerta de golpe*

- joder, Isabella, ¿Por qué carajo no me hablaste?- entro una Milán muy molesta.

- yo…yo lo siento, me olvide.- le sonreí un poco nerviosa, mostrando mi arrepentimiento.

- ah no, no te rías ¿sabes lo que sucedió?- se sentó en la cama achicando los ojos. - sabes, mejor que te cuente tu novio.- se levantó, acercándose a la puerta.

- ah no, no.- la detuve antes que saliera.- cuéntame, ven siéntate.- la jale, pero se soltó.

- no, no me voy a sentar, tu siéntate.- me señalo con el dedo.

- está bien, está bien, tranquila.- levante las manos en seña, que le haría caso.

- en primera me quede toda la noche trabajando, en ese estúpido reporte, que no se entregara hoy, porque hasta eso no me dijiste.- caminaba de lado a lado, moviendo las manos frustrada y cada que me veía me fusilaba con la mirada.- en segunda me quede dormida junto con Mario en el piso de mi oficina con todo regado, sabes que yo no soy ordenada.- asumí con la cabeza aceptando su afirmación.- me dormí hasta las 3 de la tarde, ¿sabes cuantos me vieron?

- si me imagino.- no evite reírme ante su pequeña tragedia, parte de ella había sido mi culpa y me odiaba por eso.

- no, no, espera aquí viene lo mejor.- se detuvo delante de mi.- el jefe, tu puto acoston y un dios griego, que estaba mejor que todos los hombres que he conocido, me vieron dormida.- engrandecí mis ojos y me quede con la boca abierta.- exacto, te imaginas lo que pase.- se llevó las manos a la cabeza  y se fue escurriendo por la pared.

- tranquila de seguro lo olvidaran y… ¿Mario? - pregunte con un poco de miedo.

- está dormido en el mueble y sabes que es lo peor.- me volvió a ver.- que el estúpido de Alejandro dijo que apestaba y que me largara de ahí.

- ah ahora si ese energúmeno me va a escuchar, que le pasa, nos hizo trabajar tan tarde y te trate así, no lo permitiré.- me levante realmente enojada, nunca me había gustado ese tipo de trato y menos con las personas que quería.

- no, no te preocupes, mínimo nos dio el día.

- suerte la tuya, yo ahora trabajare hasta el fin de semana.- puse los ojos en blanco y me volví a tirar a la cama junto con Milán.

- no puedo creer, la verdad vine escapando de mi familia y a divertirme, joder me están explotando.

- lo se.- confirme su pensar.- pero ey, aún nos tenemos, ¿no?- la mire con complicidad.

- lo sé, puedo dormir aquí, es que mi cuarto esta hecho un desastre.- me miro con suplica.

- Si está bien, ¿te preparo algo?- me levante de la cama.

- ay no por favor, cocinas horrible, mejor pide algo.- me aventó una almohada a la cara.

- está bien, grosera, te veo en un rato, descansa.

Lazos Rojos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora