Capitulo 4

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Alejandro

Nunca había llevado a desayunar a una chica, creo que ni a mi hermana, normalmente no se me da lo de platicar con las personas y menos relacionarme, en mi trabajo no hablo casi con mis clientes y solo me limito a ejecutar el trabajo, pero Isabella, simplemente es diferente, el cómo habla sin filtros, no sé ni cómo actuar, no quiero volver a sentirme vulnerable y en este momento no tengo ni el tiempo para ello.

Lo mejor será alejarme, me gusta inclusive verla comer, la puedo observas bailar o hacer otra cosa con admiración, me encanta su libertad en todos sus sentido, es una persona tan seductora inclusive sin mirarte, sé que en ella está todo esta bien, pero igual todo mal.

El mesero interrumpe mis pensamientos trayéndome la cuenta, decido pagarla e irme.

Durante el camino sé que está mal lo que estoy haciendo, María me dio todo los datos de Isabella y la verdad que no tengo ni idea de qué hacer con eso.

Llegue a mi casa un poco cansado, ya que no había dormido casi nada, me di una ducha rápida para luego tomar una siesta.

Cuando me levanto veo que tengo mil llamadas de la pesada de Cass, una colega que me vive acosando siempre que puede, me arrepiento de haberme acostado con ella; veo la hora y son apenas las 8 de la noche. Siempre pienso todo, pero hoy me dieron ganas de no pensar en nada y moverme por puro placer.

Así que me dirijo a casa de María, rogando que ahí se encuentre Isabella; cuando llego veo la luz encendida de la recamara de Isabella y decido subirme por fuera en el balcón, aquí agradezco todas las horas dedicadas en el GYM, logro con la misión, la ventana se encuentra abierta para mi fortuna, pero ella no se encuentra n su habitación, se me hace raro, hasta que escucho agua caer en el baño, mi pulso se empieza a acelerar, parecía adolescente haciendo alguna travesura, cuando de pronto escucho pasos acercándose a la recamara, en mi desconcierto me escondo en el baño, me que aconchado de frente en la puerta con las manos y la frente pegada a ella.

-¿pero qué mierda, haces aquí?- escucho a mi espalda, lentamente me empiezo a voltear cuando escucho. -no te voltees ¡carajo!-  escucho que alguien entra al cuarto, me volteo rápido acercándome a Isabella tapándole la boca con la mano y haciéndole una seña de que no haga ruido.

-Isabella, traigo la toalla que me pediste, las meteré al baño.- mierda es María y no me puede ver aquí, sin pensarlo, me meto a la regadera con Isabella y ella me forcejea para que no entre.

- escúchame bien, le dirás que está bien, que pase y le das la gracias- le  susurro al oído y ella solo acento y hice lo que le digo.

María entro rápido y volvió a salir.

-Ahora me dirás que haces aquí- me dice Isabella mientras se cruzaba de brazos tapándose.

-Solo quería verte y pedirte disculpas por dejarte- le confieso mientras me alejaba un poco para apreciarla, mientras el agua caía sobre mí.

-¿Cómo carajos entraste y porque no querías que mi tía te viera?- me empieza a cuestionar, sin importarle en la situación.

-¿en verdad me preguntas eso? anda corre, ve y dile a tu tía el que un hombre, en especifico su sobrino esta en tu baño viéndote bañarte-empiezo a quitarme la playera y los zapatos.

-pero ¿Qué haces?- me dice ella entre murmureos observando mi torso descubierto.

-¿Qué decías? Casi no te escuche- le digo levantando su barbilla y la dirigía hasta mis ojos.

-¿Qué espero y sepas lo que haces? - me reta volteándose para salir de la bañera. No podía creer lo que estaba pasando, solo sé que esta mujer será la causante de muchos dolores de cabeza.

-Sabes que algún día serás mía y ese día no vas a querer a nadie más entre tus piernas.- exclamo mientras cerraba la regadera, tal vez y así de una vez por todas salga de mis pensamientos.

-Quítate la ropa- me exige extendiendo su mano mirándome directo a los ojos, no sabía si estaba molesta o estaba deseosa de un buen polvo.

-Pero no es así tan fácil, primero me debes de conquistar, bonita.-bromeo mientras le doy una risa burlona y me desabrochaba el pantalón.

-Esta mojada, así que la lavare y la secare, al menos que te quieras ir así mojado y enfermarte.- estira la mano a la espera de mi ropa  mientras ponía en blanco sus ojos, pero al ver que no me muevo se cruza de brazos, siento como esta situación está a punto de salirse de control.

La tomo de la parte de atrás de su cuello y la impulso hacia mí, robándole fuertemente un beso, sabía que la quería ya, ella me correspondió, mientras sentía sus manos acariciar mi torso, para luego empujarme, regalándome una pequeña sonrisa y retirándose del baño, no sabía si seguirla, pero ese momento me dejo paralizado, solo proseguí a despojarme de mi ropa mojada y colocarme una toalla alrededor de mis caderas.

Salgo y ella esta junto al balcón, bebiendo lo que parecía un vaso de whisky, usaba solo una bata de baño color blanca.

-¿Ya puedo bajar a lavar tu ropa?- pregunta sin voltear, no sé ni cómo me escucho.

-Claro- digo acercándome a ella. pero se voltea de prisa, dejando el vaso en la mesita de noche, con su mano libre toma mi ropa y sale de la habitación, por primera vez no tenía la situación bajo mi control, ella me tenía a su disposición y con una sed de ella.

me quedo a su espera mientras recorro su habitación que huele a ella, un olor dulce pero embriagante, ese que sabes que es fuerte y posesivo, pero para engañarte, un olor a perdición pura, observo su vestido rojo que esta sobre un pequeño mueble, lo tomo, acariciando la tela tan delgada, lo aprieto con fuerza pegándolo hacia mi nariz, impregnándome de su olor y el recuerdo de ella cuando la vi por primera vez.

de pronto reacciono y suelto el vestido devolviéndolo a su lugar, no se ni que mierda hago, parezco un estúpido psicópata, entrando por la ventana, robándole un beso y luego oliendo su ropa, no tengo ni idea de lo que pasa conmigo, me alejo y me encamino al balcón observándola salir de la casa, dejando salir un pequeño respiro de frustración pura.


Lazos Rojos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora