capitulo 27

645 30 21
                                    

Isabella

No podía creer todo lo que estaba sucediendo, no me acordaba de nada, pero estaba segura que había cometido muchas estupideces, me dolía la cabeza y ahora tengo un tatuaje, no sé dónde ni que cosa.

- ¿Cómo es que tenemos un maldito tatuaje?- me empezaba a molestar, me frustraba no saber todo de las cosas.

- Ah no querida ni te enojes conmigo, tu estuviste de acuerdo.- rezonga Mario.

- ¡carajo! Mario estaba EBRIA, como permitiste algo así.-estaba desesperada.

- ¡no jodan! Tenemos que revisarnos- Milán estaba peor que yo, podía estar casi segura que lloraría.

- ¿podrían de dejar de decir tana leperada?- voltee a ver a Alejandro con mirada fulmínate, no puedo creer que diga algo así en un momento como este.

- Y... ¿nos enseñaran los tatuajes?- dice Máximo, pero estoy más que segura que el comentario fue más que nada para Milán.

- ¿pero qué carajo dices?- le dio un pequeño golpe Alejandro a Máximo.

- Bien, iremos al baño- dice Milán, mientras se levantaba, Mario y yo la seguimos.

- ¿tú a dónde vas?- le pregunta Alejandro a Mario.

- Al baño, ay por favor soy GAY.- recalca Mario con suma obviedad y nos siguió.

Nos encontrábamos frente al espejo, tratando de buscar lo que nos hicimos, Milán y yo lo teníamos a un costado de la cadera, eran unas pistolas y Mario la tiene justo en la espalda baja.

- ¿Por qué nos hicimos unas pistolas?- juro que quería llorar, no volvería a beber así en mi vida.

- Quizás y porque a Milán se le ocurrió dejar el tatuaje a la suerte y decisión del que nos tatuó.- dice Mario, pero con gran diversión, no puedo creer que esto le cause gracia.

- Ay, vamos chicos no está mal, solo esto nos faltaba.- dice Milán, mientras admiraban sus tatuajes en el espejo.

- Ya regresare a la mesa, estoy muriendo de hambre.- claro que me encontraba molesta, simplemente no es de las cosas que suelo hacer, ya que el alcohol salía de mi sistema, regresaba mi verdadera yo.

Habíamos regresado a la mesa, todos estaban en silencio, ya sé que mi molestia se podía notar a miles de kilómetros de distancia.

- Y bien, ¿Cómo les fue?- pregunta Máximo, mientras seguía teniendo su vista en el teléfono, era absurda su idea de tratar de ocultar su obvio interés por Milán.

- Pues...- notaba un poco penosa a Milán.- son pistolas.- al mismo tiempo Máximo y Alejandro levantaron la mirada, Alejandro me volteo a ver repentinamente, ni siquiera sabía que significaba su mirada.

- ¿Dónde?- me pregunta apresuradamente, puse los ojos en blancos y volví mi mirada a mi comida.

- A un costado de la cadera.- seguí jugando con la comida, pero él no me quitaba la mirada de encima, era incómodo.

- Ahora entiendo su grado de diversión.- se ríe abiertamente Alejandro, fruncí el ceño.

- Si, supongo que después que te desmayas, te embriagas, caes de un tubo y de la nada decides hacerte un tatuaje, eso, eso es brillante.- me quede seria por un momento, pero repetí esas mismas palabras en mi cabeza, causándome gracia, no pude evitarlo y me empecé a reír, seguida de los acompañantes de la mesa.

- Y eso no es nada, Milán termino haciendo beso de 4 con lesbianas.- dice Mario entre las risas, las risas pararon y miramos a Milán,

- Odio no haber estado ahí, en la cena.- dice Máximo. Alejandro se quedó callado y lo observo, otra vez un momento incómodo.

Lazos Rojos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora