Isabella
No podía creer todo lo que estaba sucediendo, no me acordaba de nada, pero estaba segura que había cometido muchas estupideces, me dolía la cabeza y ahora tengo un tatuaje, no sé dónde ni que cosa.
- ¿Cómo es que tenemos un maldito tatuaje?- me empezaba a molestar, me frustraba no saber todo de las cosas.
- Ah no querida ni te enojes conmigo, tu estuviste de acuerdo.- rezonga Mario.
- ¡carajo! Mario estaba EBRIA, como permitiste algo así.-estaba desesperada.
- ¡no jodan! Tenemos que revisarnos- Milán estaba peor que yo, podía estar casi segura que lloraría.
- ¿podrían de dejar de decir tana leperada?- voltee a ver a Alejandro con mirada fulmínate, no puedo creer que diga algo así en un momento como este.
- Y... ¿nos enseñaran los tatuajes?- dice Máximo, pero estoy más que segura que el comentario fue más que nada para Milán.
- ¿pero qué carajo dices?- le dio un pequeño golpe Alejandro a Máximo.
- Bien, iremos al baño- dice Milán, mientras se levantaba, Mario y yo la seguimos.
- ¿tú a dónde vas?- le pregunta Alejandro a Mario.
- Al baño, ay por favor soy GAY.- recalca Mario con suma obviedad y nos siguió.
Nos encontrábamos frente al espejo, tratando de buscar lo que nos hicimos, Milán y yo lo teníamos a un costado de la cadera, eran unas pistolas y Mario la tiene justo en la espalda baja.
- ¿Por qué nos hicimos unas pistolas?- juro que quería llorar, no volvería a beber así en mi vida.
- Quizás y porque a Milán se le ocurrió dejar el tatuaje a la suerte y decisión del que nos tatuó.- dice Mario, pero con gran diversión, no puedo creer que esto le cause gracia.
- Ay, vamos chicos no está mal, solo esto nos faltaba.- dice Milán, mientras admiraban sus tatuajes en el espejo.
- Ya regresare a la mesa, estoy muriendo de hambre.- claro que me encontraba molesta, simplemente no es de las cosas que suelo hacer, ya que el alcohol salía de mi sistema, regresaba mi verdadera yo.
Habíamos regresado a la mesa, todos estaban en silencio, ya sé que mi molestia se podía notar a miles de kilómetros de distancia.
- Y bien, ¿Cómo les fue?- pregunta Máximo, mientras seguía teniendo su vista en el teléfono, era absurda su idea de tratar de ocultar su obvio interés por Milán.
- Pues...- notaba un poco penosa a Milán.- son pistolas.- al mismo tiempo Máximo y Alejandro levantaron la mirada, Alejandro me volteo a ver repentinamente, ni siquiera sabía que significaba su mirada.
- ¿Dónde?- me pregunta apresuradamente, puse los ojos en blancos y volví mi mirada a mi comida.
- A un costado de la cadera.- seguí jugando con la comida, pero él no me quitaba la mirada de encima, era incómodo.
- Ahora entiendo su grado de diversión.- se ríe abiertamente Alejandro, fruncí el ceño.
- Si, supongo que después que te desmayas, te embriagas, caes de un tubo y de la nada decides hacerte un tatuaje, eso, eso es brillante.- me quede seria por un momento, pero repetí esas mismas palabras en mi cabeza, causándome gracia, no pude evitarlo y me empecé a reír, seguida de los acompañantes de la mesa.
- Y eso no es nada, Milán termino haciendo beso de 4 con lesbianas.- dice Mario entre las risas, las risas pararon y miramos a Milán,
- Odio no haber estado ahí, en la cena.- dice Máximo. Alejandro se quedó callado y lo observo, otra vez un momento incómodo.
ESTÁS LEYENDO
Lazos Rojos (en edición)
RomanceIsabella es una joven de 21 años, estudiante de derecho, que decide hacer un intercambio a New York, pero antes de llegar a su destino, conoce a Alejandro un importante abogado de New York, experto en demandas y mujeres, intercambiarán cada parte de...