Capítulo 50- Cambio.

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Isabella.

Soy la primera en despertar, me muevo acostándome de lado, miro el rostro de Alejandro pensando en cómo le iba a dar la noticia que va a ser papá, sé que la noticia le daría tanta felicidad como a mí, acaricio su rostro imaginando que facciones de el heredaría nuestro hijo o hija, se empieza a mover hasta que abre los ojos.

- Hola.- habla con su voz ronca, aun adormilado, se acerca a mi cara dándome un pequeño beso.

- ¿Cómo dormiste?

- A tu lado siempre duermo bien.- sonrió, acurrucándome bajo su brazo.

- Debo pedirle un pequeño favor, querido jefe.- hago dibujos con mi dedo en su abdomen

- ¿Qué deseas?

- ¿Puedo llegar un poco más tarde a la oficina hoy?

- ¿por?

- Tengo cosas que hacer.

- Eso no es una respuesta justificable.

- Es una sorpresa, solo no hagas preguntas ¿me dejas?

- Está bien, solo no tardes, tenemos trabajo que hacer.

- Lo sé, prometo no tardar.

Me levanto para bañarme, escondo la prueba en mi bolso, Alejandro siempre ha respetado mi privacidad pero debo prevenir.

Termino de arreglarme, me coloco un vestido rojo pegado al cuerpo con un saco largo negro, dejando mi cabello suelto.

Bajo a la cocina encontrándome con Alejandro comiendo fruta, le hago mala cara y se ríe.

- Te ves más hermosa de lo normal.- me sonroja.

- Siempre lo estoy.- bromeo

- Por eso dije que hoy estas más.- veo la hora de mi reloj.

- Tengo que irme.

- ¿no vas a desayunar?

- No, comeré algo en el camino.

- Te juro que cuando nos casemos te obligare a desayunar.- le doy un beso rápido y me dirijo a mi carro, uno de los regalitos de Alejandro.

Me detengo en una tienda de bebes donde busque algo para ver cómo decirle a Alejandro que será papá, compre una cajita pequeña, metí la ropita de bebe y unos chocolates, que claramente son para mí y la prueba de embarazo, pago todo y retomo el camino para la oficina, compre igual unos pastelitos, que también será para mí, pero vamos a simular que son para Alejandro.

Desde que me entere de la noticia no paraba de sonreír, Milán me hizo un drama diciéndome que ya no será la favorita, que ahora otra persona se robara mi comida, hasta me dijo que ya aguanta demasiado que Alejandro tenga más mi atención, Mario empezó a decirme que él se encargaría de llevar a mi hijo a todo los lados que yo no lo deje, pero es que el problema nunca seré yo, será Alejandro y si mi amigo quiere conservar todas sus partes juntas es mejor que no haga eso.

Como siempre New York está lleno de autos, estaciono el carro a unas cuantas calles de la oficina, ya que el tráfico me estresa demasiado.

Cruzo la calle, escucho un carro aproximándose, volteo a ver y lo último que veo es a Adrien conduciendo el carro que viene a toda velocidad hacia mí, no reacciono, me quedo en blanco sin avanzar, ciento un golpe fuerte haciendo que mi cuerpo se eleve y que cuando caiga pierda la conciencia.

[...]

Alejandro.

La tardanza de Isabella me abruma, le marco y no contesta, no me dijo a donde iba y eso me estresa más, el ruido de los claxon de los autos empiezan aumentar mi dolor de cabeza, el escuchar las sirenas de la policía y de la ambulancia me hacen levantarme de mi escritorio y caminar hasta los grande ventanales, al parecer se trata de un accidente.

Lazos Rojos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora