capitulo 30

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Alejandro.

Sigo con mi llamada, ahorita no estoy para estar atrás de Máximo, tengo asuntos más importantes.

Me aparto de ahí y después de 1hr termino mis distintas llamadas, ya estaba cansado y quería regresar a donde estaba y terminar mi trabajo.

Subo al elevador y justo cuando se iba a cerrar abren el elevador otra vez, pongo los ojos en blanco al ver de quienes se trataban.

Suben Máximo y la amiga de Isabella, no me muevo de en medio haciendo que cada uno se ponga en una esquina como si nada, Milán se ve apenada y Máximo, bueno él siempre vive como si no pasara nada, Máximo siempre me molestaba con todo lo de mi vida, aunque nunca había encontrado algo que verdaderamente me importe.

-       Máximo- le hablo

-       ¿hum? – ¿Máximo mudo? Nunca le para la estúpida boca y ahora casi ni quiere hablar.

-       ¿Dónde estabas?- veo como se tensa él y Milán- te vi

-       Señor no es lo que cree – contesta rápidamente Milán, haciéndome esto más interesante.

-       ¿Cómo? Si ayer lo vi en el bar con una mujer.- ella abre más los ojos, sabía que no se trataba de ella, se las ganas que tiene de golpearme Máximo, pero esto pasa cuando desacata una orden mía, que fue muy clara.

-       Ah si – se le escucha muy tranquilo – ayer llego Monet.- y se acabó el chiste.

-       ¡¿Qué?!- me giro completamente a él.

-       Lo que oíste.- se ríe con amplia satisfacción y se abren las puertas del elevador.

-       Tenemos que hablar de esto en un rato, no te me pierdas- le digo entre dientes tragándome la ira.

Monet es mi socia del 35% de todos los bufet que tengo y también mi ex esposa, solo duramos 3 año y teóricamente terminamos bien, pero es un dolor de cabeza, siempre que está cerca de mi quiere regresar y controlar mi vida y ahora más que nunca la quiero lejos de mí, no puede estar aquí, solo a ella la dejare en el otro hotel y no le permitiré la entrada aquí.

Máximo se me pierde últimamente, a lo mucho lo veo una hora al día y me tarda de contestar los mensajes.

Entro a lo que al parecerá será el casino y busco a Isabella, pero la encuentro en una esquina, sentada en el piso con sus rodillas en el pecho, su frente poyada en las rodillas y sus manos atrás de su cabeza, siento una gran preocupación por ella, me acerco rápidamente a ella.

Me agacho lentamente a un costado de ella y le acaricio su cabello.

- oye... ¿estás bien?- levanta lentamente su cara y me voltea a ver, su vista está un poco cansada y me regala una pequeña sonrisa.

- Si, solo estoy un poco cansada.

- ven – la tomo de la mano y me sigue.

- Elena – hablo a la recepcionista.

- sí señor.

- dame las llaves de mi recamara.

- ¿Por qué quieres la llave de tu recamara?- me dice extrañada Isabela, le sonrió, pero realmente es por satisfacción de que no me suelte la mano, sé que tal vez y ella no es consiente ni de eso.

- tranquila, relájate, necesitas desestrezarte.

- ¿y piensas relajarme así?- su cara es de completo nerviosismo, provocando que me ría y ella ahora se moleste.- ¿de qué te ríes? – me suelta la mano.

Lazos Rojos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora