capitulo 48

436 24 71
                                    

Toda la mañana nos la hemos pasado en los juzgados, en estos momentos prefiriera que Alejandro hubiera mandado a alguien más, pero esta vez él se empeñó que personalmente el vería todo.

Volvía a sentir hambre y el proceso para comenzar un juicio era lento, espero sentada en la sala de espera, mientras juego Candy Crush, hasta que se me acaba la pila, el aburrimiento me toma y empiezo a caminar de lado a lado, hasta que veo a Alejandro caminar hacia mí.

-       ¿te sientes bien?

-       Si, solo que tengo hambre y a mi teléfono se le acabo la pila.

-       Ten- me da su teléfono.- yo tardare un momento más, tratare de agilizar todo para podernos ir.

-       ¿Te falta mucho?

-       Algo.- lo llaman, me da un beso en la frente y se va atender.

Me pongo a descargar juegos en su celular, hasta que llega un joven con comida y me pongo a comer mi hamburguesa, como aun no soy una abogada oficialmente, no puedo estar presente en algunos lados.

Termino de comer y sigo jugando, hasta que vuelve a llegar Alejandro.

-       ¿Nos vamos?

-       Si- me levanto tomando mis cosas para irnos.

Ya estamos en invierno, la nieve cubre las calles de New York, al salir del edificio siento el frio calarme hasta los huesos, Alejandro lo nota y me abraza hasta adéntranos al carro.

Me acomodo en el asiento por el sueño que siento, últimamente solo quiero dormir, supongo que es el cansancio de la carga laboral y la universidad.

Siento que el auto se detiene, por inercia abro los ojos, porque conociendo a Alejandro, poncha las llantas para quedarse en mi casa, pero veo que estamos en la casa de Alejandro.

-       Pensé que me llevarías a mi casa.- hablo.

-       Las calles en la ciudad están llenas de accidentes y tráfico por la nieve, por eso preferí venir a mi casa.

-       Oh, entiendo.- me bajo del carro y me encamino a la entrada de su casa, el abre la puerta y me invita a entrar primero.

Me dirijo a la cocina para ver que encuentro de comer, mientras que Alejandro prende la chimenea y condiciona la calefacción, como siempre solo hay verduras, cierro la nevera con fastidio y salgo de ese infierno, llamado "cocina".

Paso por atrás de Alejandro caminando con fastidio.

-       Tranquila, ya pediré comida grasosa para ti.- sonrió y me acerco a darle un beso.

-       Gracias.

-       ¿Qué quieres hacer? Estaremos mucho tiempo encerrados.- me abraza y me ve con una mirada picara.

-       ¿tienes karaoke? – frunce el cejo, sabe lo que se avecina.

Nos la pasamos cantando, bailando y haciendo pendejadas enfrente de la chimenea, termino cansada y acostada entre sus brazos, contando viejas anécdotas de nuestra niñez, ahora sé que tiene en total 7 lunares al igual que su madre y yo tengo 6, la cicatriz que tiene en la ceja es porque se cayó de un árbol, yo siempre había soñado en venir a New York, pero quisiera pasar la mayor parte de mi tiempo en un lugar caluroso, él quiere dos hijos y yo solo quiero 1, a él no le gustan los gatos y yo prefiero los perros, es alérgico a la canela y yo soy alérgica al chocolate y las abejas.

Terminamos en la bañera tomando una ducha, el masajea mi cabello con shampoo mientras estoy sentada entre sus piernas.

-       Tengo algo para ti.- me dice de repente.

Lazos Rojos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora