—¿De dónde eras antes? —preguntó él, a su lado.
—Inglaterra, Birmingham —respondió Nicole, sin dejar de caminar.
Sentía las delgadas gotas de sudor deslizarse por su frente. El Sol los estaba matando. A ella le alteraba, mientras que a Noah parecía no estorbarle en lo absoluto.
—¿Y qué eras antes de esto?
—¿Importa?
—No, claro que no. Si no quieres responder, lo entiendo, sólo...
—¿Qué crees que era?
Judith se removió juguetona sobre los brazos de la arquera. Nicole mantenía su vista adelante, embozando una muy, muy pequeña sonrisa. Amaba hacer esas preguntas.
—No lo sé —rió él, bajito—. Tal vez... ¿Cirujana?
—¿Crees que si fuese cirujana estaría días con mi pierna a la deriva?
—Buen punto. Maestra, ¿quizás?
—No.
—¿Veterinaria?
—Basta, por favor.
Noah sonrió enormemente al escuchar como Harrison se ahogó en su propia carcajada. En su risa. Su risa real, genuina, cálida.
Y aquella vez fue la primera que la arquera rió, en mucho tiempo.
—Me rindo —rió Noah—. Bueno, dime.
—Es complicado. Pero alguacil.
—¡Wow! ¿Y por qué complicado?
—Te lo explicaré algún día. ¿Y tú? ¿Seguías en la preparatoria?
—Sí, a dos meses de graduarme.
—¿Querías estudiar algo?
—Arquitectura. Siempre quise ser arquitecto —rió, tímido—. Es mi fetiche de niño.
—¿Fetiche? ¡Necesitamos arquitectos! Estoy segura que hubieses sido uno genial.
Él sonrió.
—Bueno... gracias. ¿Puedo preguntar a dónde vamos?
—Puedes —afirmó Nicole.
—¿A dónde vamos? —insistió.
—Estoy buscando a mi familia.
—La tuviste durante esto, ¿cierto?
Nicole paró en seco. Sus ojos azules cayeron sobre el chico. Ardían. La seriedad los oscureció. Entonces comprendió que quizás no debió haber hecho esa pregunta...
—No es mi hija —respondió, fríamente, para seguir caminando.
Él no habló más.
Todo permanecía en orden. Noah se emocionaba al encontrar lugar alguno donde el techo no se caiga. Pero Harrison decidió no quedarse en un mismo lugar por más de dos días.
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𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍
RomantikEn el fin del mundo, el más fuerte sobrevive. Los débiles pierden. Pero... ¿es de débiles permitirse sentir? Sus flechas se encontraron. Él era un solitario, ella una guardiana. Eran dos almas fragmentadas que entrelazaban sus pedazos partidos, sin...