Capítulo 35: Después

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¿Cuál sería la palabra correcta para describirse a sí mismos? Los ojos de ellos habían perdido luz. La mayoría se mantenían cabizbajos todo el tiempo. La falta de esperanza era un aumento mortal de agonía en sus sistemas.

Desorientados.

Caminaban en círculos.

Mientras algunos estaban desesperados y en busca de su familia, los demás habían caído en aquel pozo oscuro de depresión.

Y es que cada vez que encontraban ser un poquito felices, todo se estrellaba.

La dura mirada de Carl Grimes estaba fija en Rick.

—Maté a tres caminantes. Estaban en la puerta, iban a entrar. Pero ya los alejé. Los maté —contó, pero su adolorido padre seguía completamente
inconsciente—. Te salvé. Yo te salvé. No olvidé cómo hacerlo, ¿sabes? No lo olvidé mientras me tenías jugando al granjero. Sé cómo sobrevivir. Sé hacerlo. Qué suerte para nosotros... —rió con sorna, mirándolo con furia— Ya no te necesito. Ya no necesito que me protejas. Sé cuidarme solo. ¿Aunque sabes qué? Seguramente tú ya ni puedes. No pudiste proteger a Hershel, Glenn, o a Maggie. A Michonne, Daryl... ¡A Nicole! ¡A Judith! ¡Están muertas! ¡No protegiste a nadie! —gritó—. Tú sólo querías plantar vegetales. Querías esconderte. Él sabía dónde estábamos y... ¡no te importó! Sólo te escondiste tras las vallas a esperar a que mueran todos. Y murieron. ¡Por tu culpa! ¡Contaban contigo! ¡Eras su líder!

Se sentó en el suelo, apretando su mandíbula, con enojo.

—Ahora ya no eres nada —agregó, escondiendo su cabeza entre sus rodillas—. Estaría mejor si murieras.

Por supuesto que jamás estaría mejor si su padre muriera.

En alguna parte del bosque desierto se encontraba Sasha. Curaba el brazo herido de Bob, oyendo la desesperación de Maggie.

—El autobús salió; Glenn salió. Debo encontrarlo —insistió la castaña.

—Con suerte, el autobús se marchó bien lejos, Maggie.

—Iré a buscar el autobús. Seguiré el rastro.

—¿Sola? ¿Con ese cuchillito?

—No tengo municiones, así que, sí. No pude encontrar a Beth. Debo... debo encontrar a Glenn.

—Maggie, viste lo que nosotros vimos.

La mayor de las Greene cerró los ojos, de espaldas a ellos. No quería si quiera recordar, qué es lo que habían visto.

—¡Tal vez pudo salir, Sasha!

—Seguimos el plan acordado.

—Nicole dijo...

—¡Nicole nos pidió que sigamos el plan! —vociferó Sasha—. Ella iba a sacar a Glenn del pabellón pero un momento después la volaron con un maldito cañón. No estás pensando con claridad. No podemos separarnos.

—¡Glenn sabía cuál era el plan! ¡Quizás salió! Debo encontrarlo. Iré por él y luego volveré con ustedes dos.

Bob miró con una sonrisa lastimosa a Sasha, luego de ver como Maggie huyó hacia la carretera nuevamente.

—Tú lo dijiste. No podemos separarnos —habló Bob, siguiendo a Maggie—. Vamos.

La jaqueca era el dolor que estaba sintiendo y que jamás pensó que podría hacerlo sentir tan maldecido. Despertó, como si hubiese estado dormido mil años.

Despertó entre los muertos. Solo estaban ellos entre los muros caídos. Y logró salir. Logró salir de lo que alguna vez fue su hogar, con la ayuda de Tara.

—¿Viste salir a alguien de los míos? —preguntó, caminando a la par.

—Vi a una chica, con un arco —murmuró,
cabizbaja—. Pero...

—¡Nick! —suspiró, esperanzado—. ¿Tara, ella sobrevivió? ¿Para... para dónde fue?

La sonrisa aliviada de Glenn Rhee se esfumó, lentamente, al ver el semblante culposo de su compañera.

—Yo... lo siento. Ella... Yo le había disparado a un caminante que estaba a punto de morderla y... ella me apuntó. Pero luego... me dejó ir. Un momento después el... el tanque explotó.

—¿Nicole... está muerta? —susurró, con un hilo de voz.

—Lo siento tanto... —dijo, sintiendo como la culpa la carcomía—. Confié en él. En serio lo hice. Pero luego asesinó a ese anciano y...

—¿Hershel?

 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora