18 de febrero de 2010
Estoy asustada. No quiero que me toque. Pero si no le dejo, me hará daño. Ya asesinó a mi abuela ¿qué más me podría hacer? Puedo sentir mis piernas temblar.
Él me llama:
—Ven acércate —me muevo con torpeza—. Para tener solo catorce años, eres muy hermosa. Seguro me pagarán una fortuna por ti. Tienes que dejar a mi amigo bien satisfecho.
—Ni hablar —protesto, aunque el terror no me abandona—, no voy a dejar que tú, o alguno de tus amigotes me toquéis.
Con sus manos, presiona mi garganta firmemente. Puedo sentir el aire escaparse de mis pulmones.
—Vas a hacer lo que yo ordene, o sufrirás el mismo destino de tu abuelita —amenaza y no dudo de la veracidad de sus palabras—. ¿Quieres? Tu madre dejó una deuda, y pagarás por ella. ¿Ha quedado claro? —No respondo y aumenta la presión de sus manos, sobre mi cuello—. ¡Responde!
—Sss...ssi —susurro, casi sin aliento.
—Bien —me suelta—. Deberías estar contenta. Estarás con un hombre guapo y joven. Es más de lo que merece una puta como tú. Quiero hacerlo mi socio. Por tanto, no lo estropees ¿entendido?
Me estremezco ante sus gritos. Sin embargo, no puedo evitar fijar mi mirada en él. Nunca olvidaré su rostro. Las manos, que instantes antes se encontraban en mi cuello, son las responsables de la muerte de la única familia que tenía, de la persona que conocí por madre: Fiorella Russo, mi abuela. La mujer que me trajo al mundo y luego me abandonó, para ir en busca de drogas, no significa nada para mí. De mi padre, solo sé que era uno de sus clientes, nada más.
—Jefe —interrumpen en la puerta.
—¿Qué sucede? —Pregunta el aludido.
—Ya está aquí.
—Bien —sonríe con malicia—. Acompáñame, Nina. Y ya sabes qué hacer.
—¡Me llamo Catarina! —Replico.
—A partir de hoy, serás Nina para los clientes.
Al terminar de hablar, nos dirigimos a recibir a su amigo. Debe ser tan repulsivo como él. Pero en cuanto lo veo, me paralizo por completo.
Pelo rubio, razgos faciales marcados. Cuerpo bien tonificado. Sus ojos... podría perderme en ellos fácilemente. Me recuerdan al mar, a la libertad.
Nuestras miradas se encuentran y siento una corriente extraña que me impulsa a sus brazos. Sin embargo, regreso a la realidad y decido apartarme hacia una esquina de la habitación; mientras ellos entablan una conversación.
—Luciano, que placer recibirte en mi hogar.
—Lamentablemente, no puedo decir lo mismo —le corta el chico de ojos azules—. En fin, a lo que vinimos. Tus hombres están creando problemas y eso llama demasiado la atención.
—Para eso te tengo, ¿o no? —Pregunta el Sabueso —así es como le llaman— divertido.
—Escúchame bien —espeta el tal Luciano, furioso—. No trabajo para ti, ni contigo. Solo le hago un favor a Massimo. Yo no velo por nadie, al no ser por mis propios intereses.
—Vamos D'Cavalcante —le sugiere el asesino de mi abuela—. Tú y yo podríamos hacer excelentes negocios —hace una pausa intencionada, antes de pronunciar sus próximas palabras—. O... tal vez necesitas un incentivo —Siento la mirada del Sabueso en mí y un escalofrío recorre todo mi cuerpo—. Nina —me acerco temblorosa. Él se dirige hacia el rubio—. ¿Qué te parece? Es mi más reciente adquisición. Su madre era muy buena en su trabajo. Ya sabes lo que dicen: de tal palo...

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Pasión y Poder
RomanceCatarina se enamoró de Luciano desde el día en que él la rescató de la muerte, pero la diferencia de edad, un matrimonio arreglado y la organización a la que pertenecen, siempre le ha impedido confesar ese amor, convirtiéndolo en su más grande secre...