Capítulo 2

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Estábamos esperando en la recepción del hotel para que nos atendieran. El White House era más elegante, lujoso y grande de lo que había pensado...

Me alejé un momento para apreciarlo mejor. Había unos sofás preciosos, numerosas columnas de puro mármol y una fuente enorme con la figura de una mujer en la punta.

-¿Vamos, Naila?-

La voz de Nathan interrumpió mis pensamientos.

Nos encaminamos al ascensor.

-Toma, ésta es la tuya.- Me dijo dándome una llave. -Piso 11, habitación 328.

-¿Una habitación para mí sola?- Pregunté asombrada.

-Sí.- Contestó con una sonrisa. -No creías que íbamos a compartir la cama, ¿o sí?

-No, no. ¿Cómo se te ocurre?- Dije yo. Aunque a decir verdad, tampoco creí que aquel chico alquilara una habitación exclusivamente para mí sola.

El ascensor paró en nuestro piso y caminamos.

-Bien, toda tuya.- Dijo mientras nos parábamos en la puerta de la habitación número 328.

Tomé la llave y abrí.

Un cuarto enorme, y no exagero, se encontraba frente a mí.

-¡GUAU!- Exclamé. -Es muy grande y hermoso. No sé que decir.-

Él sonrió.

-¡Mira qué hermoso candelabro!- Dije entrando entusiasmada. -¡Y tiene una vista hermosa a toda la ciudad...!-

-Qué bueno que te guste, entonces.- Contestó Nathan desde el umbral de la puerta.

Me quedé observándolo por unos segundos.

-¿Te puedo preguntar algo?- Le dije de la nada

-Claro que sí.

-¿Por qué haces todo esto?, digo, ¿por qué me ayudas?, ¿por qué eres tan amable conmigo?

La pregunta lo descolocó un poco.

-No lo sé. Encontré a una joven en medio de la noche a punto de ser asaltada por un vagabundo y sin un hogar adónde ir. No podía hacer como si nada y seguir, algo me decía que debía ayudarte- Me respondió encogiéndose de hombros.

Me quedé observándolo nuevamente.

-Para que sepas, Nathan Hood, yo sí tengo un hogar.- Le dije volviendo a la realidad.

Él se sorprendió.

-¿Y qué haces aquí, entonces?

-Huí.- Dije restándole importancia al asunto. -Y no preguntes por qué. No quiero hablar de eso. Mejor háblame de ti.

-De acuerdo, déjame ver.-

Se quedó unos momentos pensando en qué decir.

-Bueno, como habrás notado no soy de aquí.- Rió. -Soy de Australia.-

-¿Y qué te trajo a Turquía?- Me salió preguntar.

Nathan se encogió de hombros otra vez.

-Me encanta Turquía; su cultura, su gente, su ciudad, sus costumbres, desde el día en que vine con mi familia por primera vez cuando tenía unos 10 años.-

Asentí.

-¿Y qué edad tienes ahora?- Pregunté.

-25.

-No parece.- Reí.

-Bueno, tomo eso como un cumplido. ¿Y tú cuántos, Naila Musleh?-

-Tengo 17.

-Pareces más grande.- Rió.

-¿Gracias?- Reí también. -¿Cómo es que dominas tan bien el idioma y comprendes todo tan fácil?. Le pregunté. No es fácil aprender turco, por lo que tengo entendido.

-Como te dije, amo Turquía y todo lo que tenga que ver con ella. Cuando volví de ese viaje familiar, me encargué de tomar clases de turco e instruirme en todo lo que se pueda sobre el país, su cultura, etcétera.- Explicó. -Además la ciudad, es increíble...- Dijo sonriendo y con la mirada perdida. -Por eso es que vengo unas 3 veces al año.-

-¿Tú solo?- Pregunté yo. -¿No te aburres?

-Sí, solo. Aún no encuentro a nadie que me acompañe, espero algún día hacerlo.- Dijo mirándome a los ojos.

-¿Qué me ves?- Le dije intentando ocultar una risilla inquieta.

Él rió y dijo:

-Lo siento. Es que eres muy bella, Naila.

-Ah... gracias.- Le contesté.

Definitivamente no me esperaba eso. ¿Qué se supone que deba decir?

Silencio.

-Y dime algo tú ahora. Te toca.- Dijo él, rompiendo el silencio.

-No sé qué contarte. Mi vida es demasiado aburrida.- Dije tirándome de espaldas en la cama.

-Veamos... ¿tienes hermanos?, ¿mascotas?, ¿novio?

Lo miré fijo, ¿esto era un interrogatorio?

-Hey, hey. Sólo fue una pregunta.- Rió captando mi mirada.

Suspiré.

-Tengo dos hermanos mayores, Zareen y Farid, y una hermana menor, Handan. No tenemos mascotas y no, no tengo novio tampoco.- Contesté. -¿Y tú?

-Yo tengo un sólo hermano, John, y es mayor que yo. Tampoco tengo mascotas y para suerte tuya, estoy soltero.

Rodé los ojos y negué con la cabeza.

Silencio.

-Estoy un poco cansada, Nathan.- Comenté mientras daba un gran bostezo. -Quisiera irme a dormir ya.-

-Claro, sí, nos vemos mañana entonces. Que tengas buenas noches, Naila.- Dijo él.

Sonrió y cerró la puerta sin antes guiñarme un ojo.

Fui y tomé de mi bolso una playera que tenía el número "21" estampado, me llegaba hasta los muslos, era de mi hermano Farid. Me acosté y me puse a pensar en lo que dirían mis padres al ver que no estaba mañana en la mañana. Mi padre seguramente se preocuparía más por el matrimonio arreglado que ya tenía más que por mí. Y quizá mi madre llamaba a la policía; pero no le iban a prestar atención, a nadie le importan los gitanos, somos poco queridos por la sociedad.


¡Holaaaaa!, segundo capítulo. :3 Esta vez dejo una imagen de Deborah, la mamá de Naila. Aún no tuvo mucha participación pero más adelante la tendrá. Nos vemos. :)

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