Capítulo 15

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Mi madre nos hizo pasar y nos sentamos los cuatro en la sala de estar.

Mientras ella hacía té mi padre se dedicó a ver a Nathan de arriba a abajo con una ceja levantada.

En eso, comienza con su interrogatorio:

-¿Cómo dijiste que es tu nombre?

-Nathan, Nathan Hood.- Dijo.

-¿Y de dónde eras?, tienes un nombre bastante raro.

-De Australia, más precisamente de Sidney, la ciudad más poblada del país. Nací y viví ahí toda mi vida.

Mi padre asintió.

-Dime, ¿qué edad tienes?

Nathan me miró.

-Tengo 25.

Mi padre se sorprendió.

-¿No eres algo mayor para salir con mi hija? Ella apenas cumplió 18.

-¿En serio es necesario esto?- Pregunté algo irritada.

Ambos me ignoraron.

-No lo creo, pienso que el amor no tiene edad. Además no considero que sean tantos años de diferencia, tan sólo son 7.

En eso aparece mi madre con unas tazas de té.

-Y, cuéntame, ¿qué te trajo a Turquía?- Siguió indagando mi padre.

-Pues, mi primera vez aquí fue en un viaje familiar hace años y quedé fascinado con el país desde entonces. Vengo todos los años.

Mi padre asintió levemente.

-¿Y es por eso que hablas tan bien el idioma?

-Podría decirse que sí... tomé clases de turco también. Tienen un idioma bastante complejo.- Contestó sonriendo y tomando un sorbo de té.

-¿Tus padres?, ¿qué hay sobre ellos?

-Qué entrometido... Susurré.

Mi mamá me escuchó y me fulminó con la mirada.

-Mi madre es médica pediatra y mi padre es vendedor de autos.

-Ya veo...

-¿Ya acabaste con tus preguntas?- Pregunté molesta.

Mi padre me ignoró.

-Nathan, te seré sincero, no eres un mal partido, pero no eres de la comunidad gitana\romaní, ni siquiera eres musulmán (sí, los gitanos turcos somos musulmanes). Nuestras tradiciones prohiben parejas como la suya... me temo que no será posible.- Dijo mi padre.

¿QUÉ?

-Si tu respuesta iba a ser no, pese a que fuera un buen "partido" o no, ¿para qué carajo estamos aquí?, ¿para qué le hiciste todas esas preguntas?- Dije exasperada.

-Naila...- Habló mi padre.

-¡ME IMPORTA UN RÁBANO LAS TRADICIONES DE HACE 200 AÑOS!-

Ya estaba muy molesta y no pude evitar gritar.

-¡NAILA, YA BASTA!- Espetó mi padre.

-¡ESTOY DESTINADA A UN MATRIMONIO INFELIZ CON ALGUIEN QUE NO AMO!

-Eso no es así...- Dijo mi padre con un tono ¿triste?

-¡SI LO ES!, PORQUE ESO ES LO QUE TÚ QUIERES PARA MÍ.

-Tranquilízate, por favor.- Me dijo Nathan abrazándome.

Le hice caso.

-Yo lo amo a él.- Dije aferrándome con todas mis fuerzas al pecho de Nathan. -Y si tú no lo aceptas, pues, qué mal por ti.-

-¿Y qué harás?- Me preguntó mi padre desafiante.

-Me iré. Y juro que esta vez no volveré-.

La piel dorada de mi madre empalideció.

-No te atreverías...- Me dijo mi padre enojado.

-¿Quieres ver?- Retruqué.

Nathan entrelazó su mano con la mía.

Mi progenitor dió un profundo suspiro.

-¿Qué es lo que quieres de mí, Naila?- Dijo ya resignado.

-Que aceptes que lo quiero a él, y que no me casaré con Amir.- Dije firmemente.

-¿PERO ES QUE NO ENTIENDES?, ¿QUÉ DIRÁ LA GENTE?

-¿Te importa más la opinión de la gente que la felicidad de tu hija?- Dije incrédula.

-¿Gustan más té?- Dijo mi madre con la tetera en la mano y una sonrisa forzada en su rostro. -¿O tal vez pastelitos?

Tomé uno.

-No me respondiste, padre.

-Naila...- Empezó a decir.

Silencio.

-Tu felicidad es lo más importante para mí.- Dijo con un tono de arrepentimiento.

¿Hablaba en serio?, lo último que pareció importarle en estos últimos meses era mi felicidad...

¡Ya el capítulo 15!
La foto de hoy es Deborah, la mamá de Naila, justo en el momento en el que ofrece a todos té y pastelitos.

¡Nos vemos!

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