Capítulo 18

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Al día siguiente me levanté, me bañé, me vestí y desayuné.

-Me voy a buscar a Nathan, nos vemos.- Le avisé a mis padres.

-Bien, ¡ten cuidado!- Dijo mi mamá.

Salí directo a casa de Farid.

*Ding dong*

-Buenos días.- Dijo mi hermano con una taza de café en la mano.

-Buenos días.- Dije ansiosa por ver a mi novio.

-Nathan no está. Salió temprano.

-¿A dónde fue?- Pregunté extrañada.

-Fue a comprar algo, no me dijo qué. En una hora supongo que estará de vuelta...- Dijo. -¿Quieres pasar?

-No, está bien. Iré a ver a Harika, entonces.-

-Muy bien, nos vemos.-

-Adiós.- Dije dándole un beso en la mejilla.

Qué extraño, ¿a dónde iría Nathan tan temprano?

Traté de olvidar el asunto y toqué timbre en casa de Harika, vivía a unas calles de lo de mi hermano Farid.

*Ding dong*

Harika abrió la puerta. Su aspecto no era nada bueno, se veía fatal.

-Naila...- Dijo a modo de saludo

-¿Resaca?

-Sí.- Contestó sonriendo de lado.

-¡Tú nunca paras!

Harika era como una fiera salvaje, imposible de domar. Era única, exótica, alocada, siempre de fiesta en fiesta. Tenía a todos los chicos que quería a sus pies. Ella era más grande que yo, había cumplido 20. Nos conocimos en la escuela; Harika repitió de curso y a raíz de eso nos hicimos compañeras, y más tarde amigas.

-Pasa.- Dijo.

Entré.

-¿Qué cuentas, amiga?- Preguntó sirviéndose un tazón de café.

-No lo creerás... ¡no me casaré!- Le dije feliz.

Ella gritó.

-¡Esa es una noticia increíble!

Ambas nos abrazamos.

-Oye, ¿y el guapetón?- Quiso saber.

-El guapetón se llama Nathan... ¡y ahora él es mi novio!

Harika gritó aún más fuerte que la vez anterior mientras daba saltitos.

-Cuéntamelo todo ya mismo.- Dijo.

-Es una historia larga.-

-Bueno, déjalo para más tarde entonces, dime lo importante, ¿ya tuvieron relaciones?

Sabía que me preguntaría eso.

-No, no aún.- Dije un poco avergonzada.

Ella me miró sin poder creerlo.

-¿Cómo que no?, ¿pero es que no viste lo guapo que es?, ¿o acaso él no ha visto lo preciosa que eres tú?-

-Igualmente, estuvimos a punto de hacerlo dos veces, pero siempre alguien nos interrumpía.- Me excusé.

Su expresión cambió. Me miró con picardía.

-¡Esa es mi chica!- Dijo. -Cuéntame, ¿pudiste ver si estaba bien dotado?

Gypsy girlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora