Capítulo 11

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Hoy era el día. Mi boleto y pasaporte ya habían llegado, por suerte mis padres no vieron nada. Mi vuelo salía por la madrugada, más precisamente a las 2AM.

Estaba ayudando a mi madre con el almuerzo.

-¿Te encuentras bien?- Me preguntó mi madre.

-Sí, ¿por qué?-

-Te noto... no lo sé, nerviosa, rara.

-Todo está en orden.- Le sonreí.

Mi madre no me creyó.

¡Claro que estaba nerviosa!. Me iría a otro país, otro continente, ¡sola! Viajaría en avión por primera vez. ¿No son razones suficientes?

La tarde pasó rápido.

Antes de que mi padre llegara del trabajo fui a mi habitación y empecé a empacar toda la ropa que había comprado, zapatos (dos o tres pares. La mayor parte del día estaba descalza), elementos de higiene, el perfume que me regaló Zareen, ropa interior, entre otras cosas. Cuando acabé, guardé muy bien la maleta debajo de la cama.

Mi padre llegó y al rato cenamos. Dí las buenas noches y me fui a mi habitación.

Esperé pacientemente con la luz apagada a que todos estén dormidos.

Asomé la cabeza hacia el pasillo y escuché los típicos ronquidos de mi padre y Handan.

-Es el momento.- Susurré para mí misma.

Saqué mi maleta y bajé muy cuidadosamente las escaleras. Antes de irme dejé una carta en la mesada de la cocina explicando un poco la situación:

Queridos papá y mamá:

Cuando despierten y vean esto yo ya estaré muy lejos.

Me voy a Australia por unos días. Ustedes se preguntarán: ¿por qué a Australia? Bien, les diré, conocí a un chico que vive allí. Él es bueno, amable, simpático, caballero, atento y muy, muy guapo.

No quiero que se preocupen por mí ni que se enfaden, por favor. Estaré bien, volveré pronto. Tampoco quiero que piensen que esto es un acto de rebeldía o un capricho idiota, porque no lo es...

Prometo llamar, y explicarme con más detalles. Sin más...

Naila xxx 

Fui hasta la ventana de la sala de estar, saqué la maleta y luego salí yo.

Tomé el bus hasta la ciudad y luego un taxi. Iba muy nerviosa. Pagué al conductor y bajé con mi pesada maleta.

Entré al aeropuerto, siempre el mismo caos de gente... Dejé mi maleta para que la subieran al avión, hice el papeleo necesario y pregunté en una recepción dónde debía ir, me indicaron el lugar amablemente, fui y esperé hasta que me llamaron para abordar.

******

Estaba sentada en el avión a minutos de despegar.

En eso me llega un mensaje:

-Supongo que debes estar a punto de despegar. ¡Buen viaje!, despreocúpate y tranquilízate.

-Gracias, pero eso no ayudará a calmarme...- Teclée nerviosa.

-Tranquila, todo estará bien. Recuerda que te iré a buscar al aeropuerto.

En eso, piden que apaguen los celulares o que los pongan en "modo avión". Opté por apagarlo, por las dudas.

-Debo irme. ¡Nos vemos!

 Y lo apagué.

La azafata pasó asiento por asiento pidiendo que se coloquen los cinturones.

A mi lado tenía un hombre de unos 35 años que estaba más nervioso que yo, tenía la frente sudada y temblaba.

El avión comenzó a moverse.

El hombre lanzó un quejido.

Cada vez íbamos más rápido, más y más. El avión parecía un auto de carreras... cuando tomamos vuelo éste se tambaleó un poco (lo que me aterró) pero, por suerte, se estabilizó correctamente ya en el aire, a varios metros de altura.

El hombre gritó y se aferró al asiento de adelante. Yo no pude más y reí estruendosamente.

La azafata que vino a contener al señor me fulminó con la mirada.

El resto del viaje fue muy tranquilo, me la pasé mirando por la ventana, aunque, sinceramente, no se veía nada, ya que era de noche.

Horas después...

Se escuchó en todo el avión la voz del co-piloto, anunciando la llegada al destino. Íbamos a aterrizar.

Miré por la ventana, ya era de día. Se notaba cómo descendíamos por el aire.

El hombre de mi lado no dijo nada, le habían dado un calmante, que hizo mucho más llevadero el vuelo.

**********

Bajé sana y salva. Fui adónde daban el equipaje y esperé por mi maleta negra. Cuando la ví, la tomé. Hice el papeleo necesario (de nuevo) y me dirigí a la salida.

Al instante que salgo veo el rostro de Nathan. Me estaba buscando y no me veía.

Me reí.

Fui y lo sorprendí por detrás.

-¡Hola!- Le grité casi en el oído.

Se asustó.

-¡Naila!- Dijo y me abrazó muy fuerte.

¿Un abrazo?, ¿eso sería todo?

-¡Nathan!- Dije con el mismo tono.

Él rió.

-¿Qué tal el viaje?

-Excelente, no fue tan terrible.- Contesté a la vez que empezaba a caminar.

-Dame eso, se ve pesado.- Dijo tomando mi maleta.

-¿Dónde iremos a pasear?- Pregunté.

-Por ahora iremos a casa, tienes que instalarte.-

Asentí.

¡Conocería la casa de Nathan! Estaba muy emocionada.

-¿Y luego?- Volví a preguntar disimulando el entusiasmo.

-Te llevaré a recorrer la ciudad. Seré tu guía. La pasaremos genial.- Me dijo sonriendo.

Por esos momentos parecía que el viejo Nathan había vuelto. Dedicándome esas sonrisas tan únicas y suyas, que hacían que me derrita por dentro.

Salimos del aeropuerto y fuimos al estacionamiento. Abrió la cajuela de una camioneta negra y metió cuidadosamente mi maleta.

-No sabía que tenías una camioneta.- Comenté.

-Pues sí, es mi bebé.- Dijo riendo.

La camioneta no estaba nada mal.

Me subí y él también, arrancó y fuimos rumbo a su casa.

Bueeeeeeno, hoy tenemos en multimedia a Karla, la esposa de Farid.

En fin, sé que no participa de este capítulo pero ya hice la presentación de todos los personajes y ella era la que faltaba, así que, ¡ahí está!. Nos vemos :)

Gypsy girlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora