Capítulo 6

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La cara que puso mi padre cuando me vió es una que no ha vuelto a hacer hasta el día de la fecha.

-¿TÚ?

-Hola, padre.- Dije.

-¿SABES LO QUE ME COSTÓ TU ESCAPADITA ADOLESCENTE? Explotó furioso. -ME VI OBLIGADO A CANCELAR TODO LO ACORDADO. FUE UNA HUMILLACIÓN.

Yo no pude evitar hacer una sonrisa de lado.

-¿QUÉ ES LO GRACIOSO?, ¡ESTAMOS HASTA LAS PELOTAS, LITERALMENTE!

-Jakov, por favor.- Dijo mi madre intentando calmarlo.

-¡Lo sé perfectamente!, ¡pero no es justo que me utilicen para resolver sus problemas, padre! TENGO VIDA PROPIA, ¡JODER!- Espeté.

-¡YO NO ME VOY A QUEDAR EN LA CALLE POR UN CAPRICHO TUYO, NAILA!-

-Aquí el único con capricho eres tú. ¡ES EL SIGLO XXl!, ¡DESPIERTA Y ENTIENDE QUE NO ME CASARÉ!- Dicho esto me fui.

-VUELVE AQUÍ MISMO, NO TERMINÉ DE HABLAR.-

Estaba subiendo las escaleras, ahí me encuentro a Handan que me miró con cara de reproche.

-Piérdete, imbécil.- Le dije.

En eso mi padre empieza a subir las escaleras también. Yo me encerré en mi habitación.

-¡ABRE LA PUERTA, NAILA!- Gritó.

-No lo haré.- Dije del otro lado.

-ABRE LA MALDITA PUERTA O LA TIRARÉ.- Dijo amenazante.

Finalmente le abrí, después de todo no quería perder mi preciada puerta.

-Naila, escúchame, si no te casaste con Amir, será con otro chico, es cuestión de tiempo.- Habló mi padre ya más calmado.

-No me quiero casar aún, ¿por qué es tan difícil de entender? ¿Eres capaz de casar a tu hija con un cualquiera por un poco de dinero?- Dije firme.

Su expresión cambió.

-Bien, si así quieres que sean las cosas, lo serán. Dame tu computadora portátil y tu teléfono en este mismo momento.- Dijo cortante y furioso. -Y tienes terminantemente prohibido salir a la calle sola, a menos que sea con tu madre o tu hermana.

-Pero...- Dije.

-Naila, hija. Haz lo que te ha pedido tu padre, no lo hagas más difícil.- Pidió amablemente mi madre.

Accedí y le entregué mi notebook.

-El teléfono también, Naila.-

-Mi teléfono ya no lo tengo, me lo robaron una de las noches que estuve fuera de casa.- Mentí.

-¿Qué dices?

-Me lo han robado, padre. Ya no tengo teléfono móvil-. Dije.

-Espero que no me estés mintiendo, Naila.-

Dicho esto mi padre se fue.

Por supuesto que sí tenía mi teléfono... perfectamente escondido en mi brasier, era muy útil de vez en cuando.

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Varias semanas luego...

Ya había pasado un mes desde que regresé a casa. Casi todos los días hablaba con Nathan, podría decirse que nos hicimos amigos.

Me desperté y saqué el teléfono de mi brasier (sí, dormía con él encima) Tenía un mensaje de hacía 20 minutos.

-¡Buenos días linda!

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