Capítulo 1

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Bien, para que entiendan mejor mi historia y no quede lugar para ninguna duda voy a empezar a contarla desde aquel fatídico día en el que mis padres me dijeron que me iba a casar con un completo desconocido...

Era una mañana del mes de marzo, serían cerca de las 9:30 AM, recién me despertaba, a través de los tules que colgaban del techo de mi cama vi el hermoso día soleado que era afuera. Me dí una ducha y me vestí bastante simple (no imaginen que por ser gitanos usamos la vestimenta típica con la que siempre nos representan, por favor).

Cuando llegué a la cocina ya estaban mis padres y mi hermana desayunando. Estaban muy serios, eso me pareció raro; de todas formas, dí los buenos días y empecé con mi comida.

El silencio que había se rompió con la voz potente de mi padre.

-Naila...- Dijo él.

-¿Sí?- Pregunté algo extrañada.

-Tenemos algo que comunicarte, hija.- Dijo

Cuando mi padre usaba ese tono de voz nada bueno se podía esperar...

-Tu madre y yo hemos decidido que por el bien de toda nuestra familia y el futuro de la misma te casarás con Amir, el hijo mayor de una familia conocida, tienen mucho dinero y nos ayudarán respecto a nuestra situación económica. La semana pasada me reuní con su padre y acordamos que sería lo mejor, ya le prometí tu mano a su hijo.- Soltó como si nada.

Yo me quedé inmóvil, esperando que alguien me diga que todo eso que acababa de decir mi padre era un chiste de mal gusto. No sabía si llorar, salir corriendo o insultarlos de pies a cabeza.

¿Casarme?, ¿yo?, ¿Amir?, ¿quién demonios es Amir?, ¿Por qué mis padres me están haciendo esto?, ¡NO ES JUSTO!

-¿Naila?- Preguntó mi padre esperando una respuesta.

-No lo haré.- Dije firme. -No me obligarán a casarme con nadie que yo no quiera.-

-¿Qué has dicho?- Dijo mi padre totalmente incrédulo a lo que oía.

-Que no padre, no me casaré con un desconocido. Me niego.- Repetí.

Si ellos pensaban que me iban a manejar a su antojo estaban muy equivocados.

-Naila, escucha a papá. Amir es un buen chico, yo lo conozco. Además es guapísimo, ¿sabes lo que yo daría por tu lugar?.- Me dijo Handan, mi hermana dos años menor.

-¡Bien, pues cásate tú, entonces!- Dije levantando la voz.

-Harás lo que ya se acordó, Naila. Tú aquí no tienes derecho a nada.- Me dijo mi padre sin siquiera mirarme.

Intenté buscar la mirada de mi madre en señal de ayuda pero ella estaba callada y con la cabeza gacha bebiendo su café.

Ellos, anteriormente, ya habían casado a mis dos hermanos mayores también, por matrimonios arreglados, por supuesto. Zareen, mi hermana de 23 y Farid, mi hermano de 21. Ambos aceptaron lo impuesto por mi padre sin chistar, hasta parecían contentos.

-Yo no soy Zareen ni Farid, vete enterando, padre. No harás conmigo lo que hiciste con ellos.

Mi padre me miraba atónito y furioso, no estaba acostumbrado a que lo contradigan, mucho menos que lo haga uno de sus hijos.

-¡Respétame, Naila!, soy tu padre, que no se te olvide.- Dijo golpeando la mesa y elevando el tono de voz.

Mi mamá y Handan miraban todo como si fuera un show.

-¡Esto no es justo!, ¡ni siquiera soy mayor de edad aún!- Dije.

-¡Ya basta!- Espetó mi padre.

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