Capítulo XIII (Tercer sujeto)

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Azul: 

Tan pronto como él me hizo esa propuesta, negué con mi cabeza desesperadamente. 

Ya estaba viviendo en un castillo rodeada de monstruos donde en cualquier descuido podría terminar siendo el plato principal de alguno de ellos, y ahora tenía a un psicópata invitándome a su país y hogar... ¡Ni en sus sueños! 

Me levanté sin dudarlo de la bañera y envolví mi cuerpo en una toalla. Su rostro mostraba un gesto confundido y molesto, creo que mi respuesta no le gustó. 

—¿Entonces estás rechazando mi oferta? ¿Cómo te atreves a hacer eso? —achinó sus ojos. 

Me alejé lo más posible de él, realmente mi mente solo pensaba en las maneras de sacarlo de mi habitación lo antes posible. Mi cuerpo dolía de estar trabajando todo el día, y mi paciencia no iba a  aguantar a otro vampiro más hoy. 

—¡ESTOY HABLÁNDOTE! ¡¿ACASO ERES SORDA?! —Alzó la voz, casi aturdiéndome. 

—¡Basta! —Chillé y enfrenté su mirada furiosa —¡Vete! ¡Mierda! ¡No sé ni siquiera quién eres y no me interesa conocer a alguien más! ¡Me das miedo, Stephen! 

Apenas terminé de hablar, una lágrima resbaló por mi mejilla. Enfrentarlo me hizo temblar un poco. 

Formó una sonrisa enferma, como de costumbre. Caminó sin despegar su vista de mí, mientras  relamía sus labios donde sus colmillos se asomaban. 

—He sido muy bueno contigo, Azul... Azul como tus ojos —repitió otra vez y abrió la puerta —Verás que el "Miedo" es lo que menos provocaré en ti. 

Cerró la puerta sin decir más, dejándome sola otra vez en la habitación. Ni siquiera me detuve a pensar lo que acababa de decir, tan solo sentí mi cuerpo caer en la cama por inercia del sueño que aguanté por horas. 

Sentía cómo latía mi cabeza entre tanto silencio, el viento movía los pinos y al parecer se acercaba una tormenta. El bosque siempre olía a humedad, a esa tierra mojada de la lluvia. 

Me acurruqué entre las sábanas, sintiéndome observada hasta la médula y entre un ambiente de suspenso. 

Stephen... Ese vampiro tonto, enfermo y extrañamente atractivo...

¡Bah! No voy a acercarme a él, está completamente loco. 

Y así, con ese último pensamiento, caí rendida en el sueño y no tardé nada en llegar a un estado profundo. 

Alma: 

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Alma: 

David y Diana no paraban de jugar y de correr por toda su habitación, estuvieron con mucha energía estos días y locamente inquietos... ¡Alguien que los detenga por favor! 

A veces pienso de dónde saco mi paciencia, luego recuerdo que estoy obligada a tenerla ya que ser madre es todo un esfuerzo... ¡Y Juliann estaba en la misma situación que yo! 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora