Diana:
¿En qué maldito momento se jodió todo? Habían pasado dos meses desde que estábamos en la casa del bosque, escondidos y aburridos, sin ni siquiera algo que me entretenga durante el día. No sabía quién estaba más irritable, David o yo.
Usualmente me dedicaba a leer los pocos libros que había en la biblioteca... Al menos los que más me interesaban.
Aunque nunca fui una amante de la lectura, encontré un libro que llamó mi atención: "Dominación y pasión". ¡Vaya que era interesante! Sabía que todo lo que ese libro contenía, sería una razón para que mamá me lo quitara a causa de mi "corta edad".
¡Bah! Uno tiene que formar su propia personalidad, ¿No? Pues me agradaba tener el permiso de leer lo que quiera... Y también me preguntaba: ¿De quién será este libro?
También pasaba mi tiempo con David, nos juntábamos a hablar e incluso a contar anécdotas que nos pasaban en la escuela del castillo, antes de toda esta mierda.
Comencé con un "mal hábito", según Amelie estaba comiendo cada vez menos y mis dedos estaban hinchados por morderlos de los nervios. Me insistían, cada vez que tenía un plato de comida en la mesa, pero tan solo volteaba hacia otro lado sin ninguna necesidad de alimentarme.
Mi hermano se preocupaba cada hora, e incluso horneaba los pasteles que tanto me gustaban cuando era una niña, pero tampoco conseguía mi atención.
¿Realmente estoy tan mal? Me miro al espejo apenas me levanto y solo consigo verme como siempre, delgada y con un aspecto algo enfermizo por mi piel tan pálida. Mis ojos a veces se notaban opacos y lo único que resaltaba era mi cabello negro oscuro y largo.
—¡Bah! —bufé al mirar mi reflejo —Creo que es exagerado lo que ellos dicen, siempre fui delgada.
Tomé mi vestido negro casual y me vestí, me gustaba mucho porque al ser una tela suelta no me resultaba incómoda... Y también porque no se notaba el poco trasero y pechos que tenía, ¿Por qué no puedo ser como esas mujeres que les queda bien absolutamente todo? ¿Acaso satanás no me quiere tanto para darme una genética perfecta?
Bajé las escaleras que conducían al comedor, un perfume floral invadió el lugar y busqué de dónde venía. Azul limpiaba el piso mientras tarareaba una canción, ¡Qué energía que tenía a estas horas del día!
Cuando terminé de bajar, a un costado, estaba Stephen mirando a "su humana" con ojos enfermos y penetrantes, ¿Acaso ella no le daba algo de miedo? Demasiada valentía para tolerar a un vampiro así.
Seguido de un "Buenas tardes" de parte de Azul, continué mi camino hacia la cocina para servirme un vaso de sangre, lo único que no me generaba tanto asco como la comida.
Sonreí aliviada al sentir ese líquido resbalando por mi garganta, mis colmillos se asomaban emocionados por la situación y mis instintos de beber a quien se cruce, aumentaban.
Un cosquilleo bonito se generaba con cada sorbo, ¡Esos parecidos a una felicidad extrema!
—Oye, ¿No te parece que te estás excediendo? —Una voz grave me detuvo y giré mi cabeza molesta.
David me miraba con preocupación, como casi siempre.
Arrugué mi nariz y negué.
—¿Por qué no vienes a la mesa de afuera? Amelie, Caroline y Alec parecen alterados y creo que no pasará mucho para que uno termine mal —propuso.
—¿Pelea? Me gusta la idea —Sonreí.
Siempre me gustó verlos discutir, Caroline chillaba mientras que Alec solo agarraba su cabeza atormentado y Amelie se encargaba de calmar un poco la situación con un golpe que te dormía por algunos minutos.
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Eternos: Mi vampiro favorito II
VampireAmbos, buscando la tranquilidad en su familia, se darán cuenta de que los problemas aún no han acabado, pero cualquiera que entre a las garras de los Valt, será destruido. La familia se agranda, un mundo nuevo abarca la historia, y enemigos tambié...