Capítulo XVIII ("Aroma dolce")

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Diana: 

Pasaron días, y los días se transformaron en meses y años interminables. 

Aun no me acostumbraba al clima de Rusia y la vida en una mansión con personas nuevas, e incluso con horarios diferentes a los de Inglaterra. Mi cuerpo se notaba más débil con el pasar del tiempo ya que la tristeza me consumía y la frustración de no poder hacer nada, cada vez aumentaba. 

Al mirarme al espejo veía una mujer joven, sin embargo, apenas estoy entrando en la adolescencia y conociendo muchas cosas. Esto era de lo que hablaba Alec acerca de un crecimiento desmedido en mi cuerpo, ni siquiera sabía el porqué ni tampoco tenía a alguien que pueda enseñarme acerca de la vida de una adolescente. 

Suspiré apenada, aun bajo el cuidado de gente muy buena, nada cambia al cariño de mamá y papá. 

El entrenamiento seguía siendo duro e intenso de parte de Alec, y ni hablar de la educación tan estricta que recibíamos. 

Alec siempre me felicita por las notas tan altas que logro y lo bien que me va en el entrenamiento, además estoy aprendiendo a usar armas blancas gracias a Amelie, aunque dudo que algún día ella me preste su katana. 

David también es un alumno ejemplar, pero en el caso de las matemáticas, debe recurrir a mi ayuda. Luego en el entrenamiento debo decir que él maneja mejor sus poderes. 

"El fuego es más difícil de manejar que el teletransporte en sombras" decía Alec para darme un poco más de apoyo. 

Lo que me preguntaba todos los días era; ¿Cuáles son los poderes de Alec? 

Él jamás nos dijo ni mostró ninguna habilidad relacionada a los poderes... ¿Será que no tiene? 

Me quedé reflexionando un rato sentada en mi cama y mirando el sol esconderse, se venía la parte favorita; la noche. 

En la noche solo había silencio y oscuridad, lo que más me gustaba. Mi mente divagaba por horas y en cierta parte, me desconectaba de la realidad... Lo cual me hacia sobrevivir. 

Para entretenerme escuchaba música y a veces conversaba con mi hermano o Amelie, pero se notaba que David y yo íbamos por caminos diferentes y ya no eran los mismos temas de conversación. 

Me aburría que no haya nadie viviendo con nosotros fuera de los que yo conocía y un par de sirvientes que se encargaban de la limpieza de la mansión, que por cierto, tampoco eran muy simpáticos. 

El castillo de mis padres en Inglaterra albergaba a decenas de vampiros y cada día conocía gente nueva, cosa que aquí no hago. 

Alec ya me explicó que pronto podremos salir, cuando las cosas se calmen un poco, aunque eso lo dijo hace un par de meses. Creo que ahora todo estaba más tranquilo para salir, ¿No? ¡Capaz que ahora sí me dejaría!

Él siempre fue comprensivo conmigo, me acompañaba en los momentos que él podía y me ayudaba a hacer muchas cosas, sabía que estaba tratando de hacer lo mejor. 

Sonreí y me levanté de la cama para salir corriendo a molestarlo un rato, de tanta insistencia y ganas de salir de esta mansión capaz lo iba a convencer. 

Solté una risa por lo insistente que me sentía. 

Los pasillos y las habitaciones mostraban un lujo increíble, nunca había visto a alguien tan materialista y ordenado. 

Por los grandes ventanales se veía el cielo estrellado, mordí mis labios anhelando un rico trago bajo esas estrellas. 

Bajé las escaleras para llegar a su habitación, sin embargo, me topé con una gran reunión de hombres vestidos de negro. 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora