Capítulo VI (Par de demonios)

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Galería: Bella

Alma: 

Los días se transformaban en semanas, las semanas en meses y los meses en años... 

No me puedo quejar de lo tranquila que estuve estos años ni tampoco de la belleza de nuestros hijos, ¡Eran hermosos! Diana heredó la mirada de su padre, una seria y dominante mientras que David tiene mis grandes ojos y sonrisa. 

Ahora bien, ambos eran cariñosos como su madre, creo que los mimé mucho. Sonreí al saber lo rápido que crecían y saber que todo se había calmado... Por ahora. 

El castillo y todo el sector está controlado, aunque es muy raro que dejemos a nuestros hijos solos. Muchas veces se quedaban con Bella, ella ya tenía quince años aunque parezca de más edad y era una mujer que le hacía justicia a su nombre. 

Toqué la puerta de la oficina de Juliann, del otro lado se escuchaban a los niños reír y hablar... ¡Otra vez torturándolo!

—Pase —Se escuchó su voz e inmediatamente pasé. 

Abrí los ojos sorprendida al ver la escena y luego solté una risa divertida. 

—¡Mamá! —Ambos chillaron sonriendo y dejando ver sus colmillos, mientras que pintaban con fibras y marcadores. 

Lo malo no era que estaban pintando, sino a quién estaban pintando. Juliann mantenía su mirada algo seria y paciente mientras que sus brazos estaban siendo coloreados por este par de demonios. 

—¿Por qué le hacen eso a papá? —negué riendo. 

—Es que... Papá tiene muchos dibujos para pintar —Diana se justificó. 

Y con dibujos, ella se refería a los tatuajes de su padre en blanco y negro. 

—¡Y luego vamos a colorear los de su cuello! —David comentó emocionado. 

—Ah no, ya no —Juliann los alejó —Ya basta, muchos colores por hoy. 

No podía creer que nuestros niños ya tenían casi ocho años y andaban corriendo por todo el castillo. Se han llevado muchos retos y regaños por dibujar en las paredes y más aún en la ropa. 

Los dos se abalanzaron sobre mí y los recibí con un abrazo... Aunque ya eran muy pesados para cargarlos. 

Comenzaron a llenarme de besos y cerré los ojos mientras sonreía. 

—Tan cariñosos como su madre —Juliann comentó. 

—¡Ahora vamos a darte besos a ti! —David habló. 

—NO, no hace falta... —Contestó rápidamente y me reí. 

Cuando los besos pararon, abrí mis ojos encontrándome con esos dos pares de ojos tan bonitos. 

—Hoy va a cocinarnos la comida Bella, ¿Verdad? Quiero comer más de lo que preparó ayer —Diana pidió. 

—Hoy no, Bella no puede ya que tiene otras cosas para hacer y no tendrá tiempo para cocinar, pero ¿Saben qué? Hoy Marco dijo que haría galletas —respondí. 

—¡Que asco las galletas de Marco! —Ambos sacaron su lengua burlones y Juliann soltó una carcajada. 

Bueno, digamos que Marco no era el mejor cocinero, pero hacía el intento. Él empezó a entrenar otra vez y ayudaba a Irina también. 

Lástima que seguía con el pensamiento de que no quería ser convertido, ya tenía casi treintaicinco años y la edad era mucha diferencia con su novia Irina. 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora