Capítulo XVI (Nueva realidad)

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Diana: 

Sorprendida, así me sentía. 

Mis ojos no podían dejar de ver el entorno y las obras de arte que estaban en este salón, ¿Realmente es donde pienso que estoy? 

Llegamos a nuestra nueva "Casa"... O mejor dicho Mansión. Dejé mis valijas en medio de todo, ni siquiera me importó que detrás de mí estaba David caminando y esperando a que avance. 

El color dorado se notaba en cada esquina, incluso en los hilos de las cortinas perfectamente cerradas para que ningún rayo de sol entre. Luego una escalera de una alfombra roja y brillante desembocaba en un balcón interno adornado con plantas que jamás había visto. 

¿Para qué tanto lujo? Creo que ni el castillo de papá y mamá superaba tanto el lujo extremo de esta mansión. 

—Oh vaya, no dudaré de tu paga, jamás —Amelie comenzó a reír mirando a Alec —¿Acaso yo también puedo tener todo esto? 

—Ser el líder de la mafia italiana me trae sus beneficios —él colgó su abrigo en el perchero del salón —¿Pero sabes qué es lo malo? Lidio con idiotas constantemente, y ellos no miden las consecuencias. 

—¿Mafia? ¿Qué significa? —Alcé una ceja. 

—No es nada que debas saber ahora —se acercó a mí y tomó mis valijas, seguido de eso, miró alrededor buscando a alguien. 

Ese alguien era David. 

—No te preocupes por él, seguro fue a buscar un lugar para verte menos la cara —Amelie suspiró —Estos chicos crecen rápido.

Luego de eso, Alec me acompañó al lugar donde sería mi habitación, ésta tenía escrito mi nombre en la puerta, era una letra cursiva y elegante. Al abrir la puerta me encontré con una cama grande, un armario espacioso y otra puerta que llevaba a un baño privado. 

Las paredes eran de un color crema, con las mismas cortinas del salón, solo que eran negras y con bordados. 

A un costado tenía un escritorio con una pequeña biblioteca al lado, también destacaba una televisión muy moderna y un sillón sólo para mí. 

—Le dije a mis sirvientas que preparen todo a base de tu color favorito, el negro... Pero que no sea tan exagerado, ¿Te gusta? —me miró —e incluso pusieron tu nombre en la puerta, me gustó ese detalle. 

Asentí mientras seguía observando el lugar. 

—En la biblioteca tendrás algunos libros que quizá te gusten, recuerdo que me decías que te atraía mucho la cultura musical y las historias de El Principito —se acercó al escritorio y se sentó en la silla. 

—Ya no me gustan más esas historias de niños —crucé mis brazos y él alzó una ceja. 

—¡Ey! El Principito no es solo para niños, además eres menor de edad, no eres ni siquiera una adolescente, ¿Acaso me he quedado tanto en el tiempo? —contestó —Aún no sabemos la causa de lo que sucede con el desarrollo de tu hermano y tú... Por eso a veces no entiendo tus comportamientos. 

—No soy un bicho raro —lo miré algo molesta. 

—Aunque no lo creas, sí —comenzó a arreglar su corbata frente al gran espejo de la pared —Tus padres comenzaron a notar un desarrollo anormal en tu hermano y en ti, un desequilibrio entre los años que pasaban y su desarrollo mental y físico. 

—Yo... —también me miré al espejo y suspiré al ver que tenía razón. 

—Tu edad no llega a la adolescencia y tu cuerpo y apariencia parece de adolescente... E incluso tu inteligencia —suspiró —Con razón muchos quieren estudiarte, a tu hermano también... Son una especie que jamás se ha visto. 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora