Capítulo XXIV Primera Parte (Sangre poderosa)

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P.O.V David: 

No podía describir la emoción tan grande que sentí cuando vi a mi compañera desactivar el campo mágico. Estuvimos mucho tiempo tratando de llegar al lugar, y todo empeoró cuando nos enteramos de que el plan no había salido como esperábamos, ya que vimos como los guardias salían desesperados corriendo hacia afuera. 

¿Qué pasó para que todo se descontrole?

Rogué que mi hermana esté bien, y muy en el fondo sabía que ella estaba viva en este momento. 

Salimos del salón donde se encontraba el interruptor, los pasillos estaban completamente vacíos y solo podía escuchar ruidos de todo tipo. 

Algunos de mi grupo se separaron y fueron a ayudar... Mientras que yo fui a las celdas. 

Corrí lo más rápido que pude, necesitaba verlos, necesitaba reencontrarme, este momento lo esperé durante mucho tiempo. 

Cuando el infiltrado nos dio el mapa, me estudié cada pasillo y puerta para que apenas cumplir el objetivo de desactivar el campo, vaya a las celdas. 

Mientras bajaba unas escaleras internas, pude ver por una ventana lo que ocurría afuera... 

¿Qué mierda estaba pasando? 

Una mujer luchaba contra cientos de vampiros y lobos, y parecía que ningún ataque le hacía daño. Miré durante unos segundos, y al parecer ya estaba dejando a muchos heridos... Pero, ¿Por qué no los mataba? 

En este momento tenía que decidir entre ir a ayudar o ir a abrir las celdas, pero rápidamente tomé la decisión. 

Cuantos más liberados haya, más ayuda habrá. 

Seguí bajando las escaleras, rogaba de que todos estén bien y que todo este caos alrededor se termine. 

Llegué hasta una puerta de madera, con un cartel que decía "zona de celdas". 

Quise abrir la puerta, pero estaba cerrada, así que me abalancé contra ella y de una patada forcé la cerradura. 

La puerta se abrió de par en par, dándome una sorpresa que no me esperaba, pero que al mismo tiempo hizo que mis piernas comiencen a temblar por una sensación inexplicable. 

Mi padre ardía en llamas, su enojo y furia se notaba a metros. Su calor derretía los barrotes de hierro, y muchos vampiros ya estaban escapando gracias a sus poderes. 

La atención de mi padre se fue directamente hacia mí cuando abrí la puerta, y parecía por un segundo que me mataría, pero se dio cuenta de que no era ningún guardia o brujo. 

Su rostro mostró sorpresa, no sabría describir si era buena o mala. 

—Papá... —susurré. 

Uno de los momentos que tanto esperaba, se encontraba frente a mis ojos y lo único que podía hacer luego de verlo, era temblar y sentir mis lágrimas bajar por mis mejillas. 

La intensidad de su fuego comenzó a disminuir, su semblante se transformó en un rostro de alivio, mientras que comenzaba a caminar hacia mí. 

Quise controlarme, esperar a que todo esto se calme, pero fue más fuerte que yo. 

Él abrió sus brazos, invitándome a ir, y en segundos corrí a abrazarlo y comenzar a derramar todas esas lágrimas de emoción acumuladas todo este tiempo. 

Respondió a mi abrazo, sus brazos me apretaron como si estuviese protegiéndome, como si aún fuera un niño. 

Y debo decir que, en ese momento volví a tener nueve años. Los abrazos se volvían rutina diaria en el castillo, y él siempre nos recibía a mi hermana y a mí. 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora