Capítulo XXXI (Aventuras)

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P.O.V. David: 

Mi noche comenzó, me vestí con una camisa roja y un pantalón negro de vestir. La fiesta no iba a ser muy formal, entonces decidí no usar saco. 

Me peiné un poco y miré la caja que me regaló Alec por mi cumpleaños, la cual contenía un reloj lujoso y una camisa de la mejor marca. Tomé el reloj y me lo puse, luego de terminar de ponerme los zapatos y mirarme al espejo a ver cómo era mi apariencia final. 

Mi hermana se fue con ese tal Luis y los amigos a la playa, y yo no me quedaría de brazos cruzados. Esa fiesta era para festejar los ciento cincuenta años de una amiga de Bella, a quien conocí junto a su grupo de amigos hace unos días. 

Digamos que Bella y yo hablamos un poco más, pero no más que eso. Sé que puedo ser un poco pequeño para ella, incluso soy el más joven de su grupo de amigos, pero mi apariencia es la de un chico de su edad. 

Suspiré profundamente y miré mi erección, ¿Por qué siempre tiene que pasarme en los momentos donde estoy un poco apurado? 

Mordí mis labios pensando en ella, mi padre dijo que es normal sentirme así a mi edad, e incluso Diana también ha tenido esos pensamientos donde olvida todo a su alrededor. 

Sí, entre hermanos nos contamos todo.

—Vamos... —susurré refiriéndome a mi miembro que aún no volvía a la normalidad —Me estás haciendo perder tiempo. 

Caminé por toda la habitación y pensé en otra cosa, incluso cosas asquerosas como por ejemplo imaginar a mamá y a papá dándose un beso... O cosas peores. 

—¡Puaj! —dije molesto y sacudí mi cabeza para borrar esa imagen mental. 

Y cuando menos lo esperé, mi erección se había calmado, mi método funcionó. 

Sonreí victorioso y agarré mi celular, para salir de la habitación y dirigirme a la fiesta. 

No puedo creer que estaba en el salón nocturno, y la fiesta se había tornado una locura

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No puedo creer que estaba en el salón nocturno, y la fiesta se había tornado una locura. 

El salón nocturno es muy reconocido por ser un lugar para adultos, donde la droga, el alcohol y la sangre abundan sin control... Y efectivamente estaba aquí para comprobarlo. 

La noche había empezado tranquila, no me negué a beber una que otra copa, incluso a bailar con cualquiera que se me cruce y a conversar con los vampiros que me rodeaban. 

Sé que no soy un chico muy sociable, pero en este momento parecía abierto a cualquier relación e interacción, hasta que mi cabeza se sintió diferente. 

Creo que bebí demasiado, porque mi vista no podía enfocar a las personas que tenía frente a mí. 

Y acompañado de esto, sentí que alguien se acercó a mí, para luego invitarme a bailar. 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora