Capítulo XXV (Como en los viejos tiempos)

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P.O.V. Alma: 

Pasaron un par de días desde que todo se "normalizó", y no pensé que habían tantas cosas que charlar. 

Nos enteramos de todo lo sucedido mientras estábamos en las celdas, incluso cuál era el plan original y cómo se modificó. 

Azul nos contó el porqué, y nos pidió que no nos enojemos con Stephen... Aunque tampoco teníamos mucha autoridad sobre él. 

Alec sí se enojó, pero luego él entendió de que los guardias tenían otras intenciones con Azul. 

Y luego, nosotros seguimos en este hotel... Y realmente me hace extrañar el castillo. 

Hace unas horas Juliann, Alec y Amelie se fueron a ver las condiciones del lugar y cómo quedó el castillo luego de tanto tiempo. Lo que sí era obvio, era que habría mucho para arreglar y construir. 

Y ahora me encontraba en el lobby del hotel, haciendo varias tareas administrativas y ordenando algunas cosas. 

—¡Alma! —Joaquín cruzó frente a mí y se detuvo a saludarme —¿Pudiste descansar hoy? El amo me dijo que aún no descansas bien. 

—No mucho —Negué con mi cabeza —Siento que tengo miles de problemas dando vuelta en mi cabeza que esperan ser resueltos y también que no puedo acostumbrarme a esto. 

—¿A qué te refieres? —preguntó. 

—Mis hijos están tan... diferentes —susurré —Los amo con todo mi corazón, pero a veces me siento mal por no haberlos acompañado todo este tiempo y perderme su crecimiento. 

—Bella también ha crecido un poco, Ana no se despega de ella y creo que yo tampoco pude pasar mucho tiempo alejado —apoyó su mano en mi hombro —¿Por qué no hacemos algo como en los viejos tiempos? Cenemos juntos, sé que le alegrará a Bella cocinar algo rico. 

Sonreí leve y asentí.

—Me gusta la idea, le diré a Juliann cuando vuelva —acepté la invitación. 

—Puedes decirle ahora —señaló un automóvil llegando al hotel, habían llegado —En la pérgola a las nueve de la noche, ¿Te parece?

Asentí y miré cuando bajaron del coche, no parecían muy felices. 

Entraron al hotel y dejaron sus abrigos, Alec y Amelie se fueron por otro pasillo y Juliann se acercó a mí. 

Depositó un beso en mi labios, saludándome, pero se notaba desde lejos que algo no estaba bien. 

—Joaquín, quiero que le notifiques a los sirvientes de que los quiero mañana a primera hora en el castillo — habló y Joaquín asintió, para luego irse a dar la noticia. 

—¿Qué pasó allí? —pregunté. 

—Está casi todo destruido —suspiró molesto —esos brujos destrozaron gran parte del lugar, el único sector habitable es el ala norte, donde solo hace falta una limpieza y reacondicionamiento, es por eso que le dije eso a Joaquín. 

—¿Volveremos al castillo entonces? —lo miré apenada, el lugar donde viví casi toda mi vida no iba a ser el mismo de antes. 

—Sí, pero al menos esta semana no —respondió. 

Él notó que la noticia del castillo destrozado no me gustó, y enseguida puso su mano en mi rostro y me miró queriéndome consolar. 

—Todo a su tiempo, Alma —acarició mi rostro —¿Hoy hay cena? 

Rodé los ojos, no me gustaba que lea mi mente sin mi permiso, aunque sé que lo hace siempre. 

—¿Quieres leerme la mente otra vez? Así también te enteras del horario o dónde nos vamos a encontrar —alcé una ceja y él soltó una risa. 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora