16. Quemada en San Valentín.

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'Quemada En San Valentín'

El fin de semana paso volando, como habíamos acordado junto con las chicas trotamos temprano el fin de semana y luego nos quedabamos a hablar sobre cualquier cosa en la casa de alguna.

Esperar, nunca he sido buena esperando, siempre ha sido al revés, ellos esperándome a mi. Aún así hoy me tocó esperar a mi, espero después de clases a los chicos para comenzar arreglar el gimnasio para la fiesta de mañana. Día de San Valentín.

A los pocos minutos entran al salón:

El equipo designado de decoración: Clará, Alan, Mateo y Milly.

El quipo de porristas: Am, Marie, Danna, Melissa y las demás chicas.

El quipo de Lacrosse: Erick, Hall, Dylan y los demás chicos, junto con los del equipo de fútbol entre ellos Nick y Albert, el mismo Albert idiota, resultó que si supo utilizar su fuerza bruta en otra cosa.

El quipo del periódico: Sam, Sara y Jair, pero no veo a Jair en buen estado, se ve decaído como perdido.

Y por último el concejo estudiantil: Carlos, Lili, Clark y Mallory.

No veo a Sean.

Los grupos están revueltos y hay demasiadas personas en la habitación que me toca gritar el nombre de Erick para atraer su atención.

Cuando lo consigo el llega hasta a mí.

—¿Dónde está Sean? —le pregunto en voz baja.

—Se quedó en los vestidores, estaba hablando por teléfono.

Asiento y agradezco. Salgo del salón y me recibe el silencio del pasillo, comienzo a caminar a mi derecha hacia los vestidores del equipo.

Mi celular vibra en mi bolsillo trasero y me abstengo de rodar mis ojos porque creo que es mi padre. Lo saco perezosamente de mi bolsillo y lo chequeo rápidamente, mi rostro cambia al leer el título sin abrir el correo y ya se de qué trata.

Cuando llegó guardo mi celular en mi bolsillo y entro sin tocar ni avisar, su voz hace que me detenga.

—¿Porque? ¿Y? Tienes que decirle. Es tu hija pero... —pausa —No me dejaste terminar. Entonces no me metas en eso, porque le prometí que no le iba a guardar secretos. No, no me digas nada...

Está de espaldas y lleva solo un pantalón holgado, su cuerpo está notablemente tenso y aprieta el teléfono queriendo hacerlo añicos.

Llevo mi mano hacia uno de los casilleros y tocó este con mi anillo, el sonido de metal contra metal lo hace darse la vuelta y que sus palabras se atoren en su boca.

—Hola —mi voz sale en un tono bajo y parpadeo una vez.

—Hola, Jul. —su voz sale en un susurro.
Baja su teléfono y supongo que ya ha terminado la llamada.

Su cabello húmedo y que se pega ligeramente a su frente hace que me muerda el labio y no solo por eso, su torso tiene ligeras gotas de agua. ¿Quien no desearía ser esas gotas en este momento?

Los chicos tenían práctica hoy y claramente se bañaron aquí.

Camina hacia mi y se lo que va a hacer, lo hizo una vez y aunque no me lo esperaba lo deseaba pero esta vez no puedo volver a suceder entonces cuando el baja su rostro para besar mis labios corro mi rostro y sus labios paran en mi cachete.

—Nos están esperando, Sean.

—Jul... —susurra —¿Ya tienes una respuesta?

—Apresurate por favor, sabes que a mí no me gusta esperar ni hacer esperar. —ignoro olímpicamente su pregunta.

Juliette Langston © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora