15. Recuerdos, Regalos y Regaños.

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'Recuerdos, Regalos y Regaños'

Tenía la mañana libre así que salí a trotar. Las cosas con papá estaban tensas pero hasta que el no me aclare las cosas no voy a decirle nada de lo que me sucede.

El bosque a esta hora está un poco transitado ya que a estás horas de la mañana varias personas se levantan a trotar o a hacer cualquier otro tipo de ejercicio.

Cojo el sendero de arena y piedras que va hacia el oeste, y luego me desvío a medio camino. Sigo trotando hasta que un pequeño sonido de una rama rompiéndose detrás mío llama mi atención. Bajo la velocidad lentamente sin notarse que estoy tensa, paró para beber agua, y para disimular salto en mi lugar, me estiró y luego muevo mi cuello hacia los lados tratando de ver algo. Pero nada.

Vuelvo a correr y freno en seco porque no estaba consiente de que tan cerca estaba de este lugar.

Trato de calmar mi respiración.

Es aquí la última vez que lo ví.

La última vez que lo ví sonreír, reír, llorar y hasta orinar.

Río por lo último. La verdad es que si, si lo había visto hacer del número uno pero fue por accidente, me dijo: voy a descargar. Yo no entendía porque lo decía así, así que fuí tras el y lo encontré así: con su cosa afuera y orinando, el no se percató de mi presencia y entonces salí de hay avergonzada.

La pequeña casa que descubrí luego de la muerte de mamá. Me costaba estar en casa así que salía a caminar al bosque o a dónde fuera, conozco el condado como la palma de mi mano y el bosque también es parte de el.

Tengo entendido que aquí no vivía nadie pero que fue construida para que una sola persona viviría debido a la pequeña que es, con el tiempo esta se convirtió en mi escondite, luego llegó Henry, el lo descubrió porque me siguió y así empezamos.

Jair y Sean sabían de la existencia de este lugar pero no sabían dónde estaba exactamente así que no venían.

Hace rato no venía aquí.

Subo el pequeño escalón que cruje con mi peso, y luego el otro. La melancolía me aborda, mis ojos se aguan solo al recordar su presencia.

Cuando abro la puerta está hace también un ruido, suspiró. Los buenos recuerdos llenan mi mente.

Es algo injusto y siempre lo voy a decir; Henry no ha hecho nada malo contra nadie, y no entiendo la razón por la que hizo lo que hizo. No sé drogaba, no bebía alcohol, ni siquiera fumaba, algo no cuadra y muy seguramente en las otras muertes que han sucedido algo tampoco cuadra.

El sillón rojo oscuro está lleno de polvo pues claro son muchas semanas las cuales no he venido a este lugar.

Trato de no tocar casi nada para que no se levanté el polvo porque sino voy a empezar a estornudar.

Mi vista va a parar en unas cosas que están en el suelo, estornudo, son unas hojas regadas. Hago memoria recordando si la última vez que estuve aquí eso estaba así pero que yo recuerde no, siempre estaba todo en orden apesar del polvo y todo sucio.

Me agachó ante uno de los cajones color negro y lo abro, recuerdo que aquí guardabamos nuestras cosas, alguna que otra ropa, comida o cosas que el escribía, como su diario.

Pero me llevo una gran sorpresa al no encontrar eso o bueno si encontré algo, solo las cosas mías, mis libretas, carpetas y ropa.

Pero nada de él.

Arrugó mis cejas y evitó hacerme ideas raras.

Me levanto cerrando el mueble y camino hacia el otro extremo, a ver otro cajón donde también guardabamos cosas.

Juliette Langston © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora