'Despedida'Habíamos llegado a la iglesia hace 15 minutos, los padres de Henry y su hermano estaban sentados en las primeras sillas.
Estaba esperando a mi padre, Sean había entrado primero para hablar y darle el pesame a la familia.
Mientras estaba afuera me di cuenta que estaba casi todo el instituto, y los adultos amigos de los padres de Henry. No había visto a Jair, y eso era raro porque según su madre estaba en casa de los Wright, con Hall supongo, pero Hall está y Jair no, hasta su padres vinieron.
-Jul mi amor ¿como estás?
-Papá ya te dije que estoy bien. -conteste cansada. -Entremos -dije.
Mi padre vestía el uniforme de oficial. Le dije que se cambiara pero claro como nunca me hace caso.
Mi padre fue directo hacia dónde se encontraba la familia Wright.
Yo me acerque al ataúd a pasos lentos el cual se encontraba en la mitad de todo el recinto. El cuerpo de Henry se encontraba dentro del ataúd su rostro pálido, sus ojos cerrados tenía puesto un esmoquín color blanco.
Contemplé su rostro. Estaba totalmente pálido que me asustaba, me mataba verlo así. Sus labios me llamaron la atención, estaban casi morados. Su lunar ese lunar que lo diferenciaba de Hall.
Henry era mi mejor amigo, tuvimos una amistad desde hace más de 8 años. El no estudiaba con su hermano porque era un colegio de niños ricos, y el decia que no pertenecía hay, tuvo un problema por eso en su casa pero sus padres aceptaron cambiarlo. Fue el capitán del equipo de Lacrosse, fue el capitán de mi corazón.
Ante los ojos de todo el instituto en la secundaria cuando Sean se fue, éramos la pareja perfecta, aunque nunca fuimos pareja, todo el mundo nos vio así. Cómo pasábamos juntos de arriba a abajo. El fue un gran apoyo para mí cuando Sean se fue. Me ayudó. Me quiso. Me dijo que no tenía que estar triste, que Sean no habría querido eso. Me ayudó mucho.
Puse mi mano en el cristal que lo separaba de mí -Lo siento -susurré. -Lo siento por no estar ahí. Lo siento por dejarte ese día. Lo siento tanto. -una lágrima se resbaló de mi mejilla y calló en el cristal.
La primera vez que viví algo así fue con mi madre, había visto todo lo que había sucedido, desde ella sonriendo, a ella tratando de impedir que la bala le diera a mi padre y luego ví sus ojos vacíos. Me dolió tanto que por un tiempo no lo quise aceptar, no quise aceptar que ella se había ido. Y ahora, estoy igual, otra persona importante de mi vida se fue y volví a hacer nada. A estas alturas ya debo tener la cara hinchada de tanto llorar. Es injusto que personas buenas mueran.
Siento una fuerte mirada sobre mi. Alzo un poco mi cabeza del vidrio, pude ver el rostro de Hall que me miraba detenidamente con sus ojos aguados.
Limpió las lágrimas que corren por mis mejillas y susurró una última cosa; -Te llevaste contigo gran parte de mi, pero siempre vivirás en mi, me escuchaste pequeño mocoso. Mientras mi corazón sigue latiendo será tuyo. Te quiero.
Caminé hacia mi padre, el me recibió con los brazos abiertos y ahí en los brazos del señor que es mi vida me derrumbe. Nadie me veía llorar, ni a mí padre, nunca derramabamos una lágrima adelante de la gente. Pero en esta ocasión, era necesario e inevitable.
El padre dió la misa, la cual no se demoró nada para mi gusto. Era la hora de llevar el ataúd. Mi padre me dejó en los brazos de Hall. Y fue hacia el ataúd.
Mi padre, el padre de Henry, el padre de Sean y el director del instituto agarraron el ataúd. Cada persona que llevaba ese ataúd significaba algo importante para la vida de Henry.
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Juliette Langston ©
DiversosTodo tuvo un inicio... La muerte de su madre, Kristen. Desde ahí todo comenzó a cambiar. Pero hubo un segundo y contundente inicio que la llevo a investigar por su propia cuenta lo que sucedía en el condado. La muerte de su mejor amigo, Henry. Ju...