Capítulo 9: Purrs and Grrs

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Aunque Percy pretendía que nada había pasado, Annabeth sabía que la noche del apagón había cambiado... algo, y no podía decidir si era algo bueno, malo o en algún punto intermedio.

Estaba agradecida de que cuando cayó sobre él,  éste no hubiera notado nada en particular en su cuerpo, como el vendaje envuelto alrededor de su pecho o las curvas de su cadera. Si sus manos hubieran estado en cualquier parte que no hubiera sido sus hombros...

Todo estaría en riesgo si eso se repitiera. A pesar que sus brazos eran realmente asombrosos y su pecho era tan firme como parecía , no lo dejaría acercarse en ningún sentido de la palabra.

No quería pensar en que él la descubriera, era fácil imaginar la mirada de horror en su cara transformandose en enojo y gritándole en la cara, echándola a la calle – ese pensamiento le sabía a bilis en la garganta.

Pero él seguía actuando como siempre, y si tenía una sospecha, no lo estaba demostrando. Percy actuaba como si nada hubiese cambiado -excepto que él pensaba que su compañero de cuarto era un cobarde por asustarse por los relámpagos-. Él simplemente sonreía y bromeaba como siempre.

Pero él había sido muy valiente, admitiendo que no era el mejor en los estudios a alguien que apenas conocía. Pero el hecho que lo admitiera y no quisiera hablar de ello de nuevo, le molestaba un poco. Era como si diera marcha atrás en el último momento cuando se dio cuenta de que sonaba como un estúpido.

Pero ella no pensaba que él lo fuera. Ella se identificaba mucho con él.

Annabeth lo sorprendió varias veces, con la frente arrugada por la frustración, inclinado sobre su tarea hasta que se quedaba dormido en su escritorio. Ella podría haber dicho algo, pero sabía que él estaba avergonzado.

Ella no había aceptado ser tu tutora y él no volvió a tocar el tema, ni siquiera cuando empezó a pasar más tiempo en el dormitorio.

No era hasta que estaban sentados en sus camas en la madrugada que empezaban a hablar.

–¿Vas a casa el fin de semana?–  habló Percy desde abajo.

Annabeth revisaba un ensayo en su laptop buscando errores –No, ¿por qué?–

–Curiosidad. Pensé que vivías cerca–.

–Bueno, no tan cerca. Digo, tampoco tan lejos pero... realmente no puedo ir a casa–.

La cama de Percy rechinó conforme se enderezaba –¿Por qué?–

Annabeth tenía algunas razones las cuales eran obvias. –No tengo coche–; técnicamente cierto.

–Te puedo prestar el mío–.

–No sé conducir,– también cierto. El pequeño detalle era que  le estaba ocultando su identidad a toda  su familia.

Se escucharon un par de pies descalzos retumbar en el piso, la cabellera y los grandes ojos verdes de Percy se asomaron por la orilla de su colchón, –¡¿Hablas en serio?!–

–¿Por qué bromearía con eso?–

–Conducir es como... la libertad definitiva. ¿Nunca aprendiste?–

–Tomé clases, pero no era necesario donde me crié. Tú viviste en la ciudad, ¿no tomabas el metro?–

–Eso no significa que no quería manejar. Nada se compara a cuando bajas los vidrios de tu auto mientras cantas 'Bohemian Rhapsody'–.

Annabeth sonrió y siguió trabajando en su ensayo.

–Tú te lo pierdes, viejo– Percy dijo mientras fruncía la boca y desaparecía de su vista, su cama rechinaba mientras se volvía a sentar –Es como... tener un privilegio–.

I Got a BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora