Capítulo 27: Drag and Deception

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El Sábado ya estaba demostrando ser un hermoso día, la mañana sólo era un indicio de lo que estaba por venir.


Annabeth se había dormido inusualmente tarde- en su propia cama por primera vez. Era como sí su cuerpo se pusiera al corriente de todo el sueño que había perdido en los últimos días, pero ya que era fin de semana, se podía dar el lujo de tomar un descanso. Cuando Annabeth parpadeó ante la luz del sol, Percy ya se movía por la habitación. Él trataba de ser lo más silencioso posible, caminando con los calcetines puestos por el suelo, agarró sus goggles, su traje de baño y su toalla. Le gustaba ver su tranquilo rostro - la cara que ponía cuando nadie lo estaba mirando-

 

la línea recta de sus labios, la suave pendiente de sus cejas, la fuerza de su mandíbula. Su corazón se agitó. ¡Que gran imagen para ser la primera hora de la mañana!


Él se volteó para tomar su sudadera de su escritorio cuando vio que estaba despierta. Se enderezó y sonrió.


—Hey— dijo suavemente. Se acercó a la litera y se puso de puntillas y ella se apoyó sobre las barras para poder besarlo —Buenos días, ¿Cómo dormiste?—.


—Mejor de lo normal— dijo, frotándose los ojos mientras se sentaba —¿Tienes práctica hoy?—.


—Sí—.


—¿Sin desayuno?—.


—Ya llego tarde— dijo él. Casi nunca rechazaba los alimentos, realmente debía de estar retrasado —de todos modos, hoy sólo es acondicionamiento. Probablemente vomitaría si comiera justo antes—.


—Suena como un día ajetreado. ¿Regresaras para el show drag a las siete?—.


—Sí el entrenador no me mata antes, sí— dijo, sonriendo.


Annabeth se apoyó en su codo mientras Percy se ponía su sudadera.


—¿Un último beso, para la buena suerte?— preguntó, inclino la cabeza hacia ella de nuevo. Ella se lo dio y él sonrió.


—No mueras— dijo —Me gusta tenerte cerca—.


—Eso es lo más bonito que alguien me ha dicho en la vida—.


—¡Ve!— dijo Annabeth, sonriendo —Ahora llegas más tarde—.


—Nos vemos— dijo, con un brillo en sus ojos, antes de tomar su mochila y salía por la puerta.


Annabeth dejó escapar un suspiro de satisfacción, después se cubrió con la manta hasta la cabeza y se volvió a dormir.

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Los inviernos en el sur de California son perfectos. Los árboles todavía son verdes, la hierba todavía era brillante, el aire era limpio, y era un momento perfecto para dar un paseo muy necesario. Quería que su sangre fluyera, su corazón bombera, sus pulmones respiraran. Si hubiera sido cualquier otro lugar del país, posiblemente estaría corriendo a través de la nieve. No había posibilidades de que saliera así. Es por eso que era perfecto.

I Got a BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora