Capítulo 3: Expectations and Realities

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En la tranquilidad del pasillo vacío, la mente de Annabeth estaba trabajando a todo motor, como si alguien hubiese subido el volumen en su cabeza. Lo único que podía pensar era:

Pene. Eso era un pene. Un pene de hombre. Órganos genitales masculinos. Órgano reproductor exterior del cuerpo. Pene. Eso. Era. Un. Pene.

¿Cómo diablos se suponía que iba a compartir habitación con ese tipo? Después de que vio...vio...todo. La privacidad se había hecho añicos, como un martillo contra un cristal. Lo único que le quedaba era un papel con el número de su habitación, el nombre de su compañero  y la imagen de su hombría arremolinándose en su cabeza como una gigantesca señal de las Vegas parpadeante.

No existía ni la más mínima posibilidad de simplemente actuar como si nada hubiese pasado. Obviamente estaba consiente de que vería algunos desnudos mientras estaba ahí - después de todo, es una escuela solo de chicos- pero ver un... una cosa tan rápido... Ni siquiera había almorzado y simplemente era imposible ignorarlo.

Si pensaba que cortar todo su cabello significaba que no había vuelta atrás, esto era un nuevo nivel. Eso era algo que no podría olvidar. Estaba ahí. Siempre ahí. Como una marca en su cerebro. Permanentemente ahí. Por siempre. ¡OH DIOS!

Annabeth se frotó los ojos con las palmas de las manos, como si esto fuera a quitar esa imagen de su memoria, pero solo hizo bailar colores en la oscuridad.

La puerta 36 se abrió y Annabeth se quedó helada.

–Entonces... ¿Eres mi nuevo compañero?–

Tenia un tono perezoso de hablar, como si empezara a hablar pero dejara de  hacerlo a la mitad de la frase- muy al estilo neoyorkino. Su corazón dio un vuelco en su pecho porque el dueño del pene le estaba hablando.

Ella se dio la vuelta lentamente, rogando a todos los dioses que él ya no estuviera desnudo, y – para su alivio- lo encontró usando unos calzoncillos azules mientras dejaba la puerta abierta. La luz de su habitación ensombrecía su cuerpo, pero se podía ver perfectamente que su piel era castaña y su pelo mojado se pegaba a su frente enmarcando sus ojos verdes.

Él simplemente la miraba, esperando una respuesta, como si verlo desnudo fuera una cosa totalmente normal.

Ahí es cuando ella recordó que se suponía que era un hombre. Los vestidores eran parte del día a día de los atletas masculinos.  Ella tenia que actuar normal sobre esto, tenia que pretender que no era la primera vez que había visto un pene en su vida, porque –por lo que sabía- ella tenía uno también.  

 Las palabras se le perdieron en el corto trayecto de su cerebro a la boca, dando como resultado un largo –Uhhh...–

–¿Cuál es tu nombre?– preguntó él.

–Andrew Chase– Al menos eso lo podía decir sin su función cognitiva superior.

–Muy bien, Andy...¿Vas a quedarte ahí parado todo el día?–

Él se apartó para dejarla pasar y ella se apresuró a entrar.

–La litera de arriba era de Grover–Dijo  –Espero que no te importe usarla. Y ese escritorio de ahí es todo tuyo– Dijo señalando hacia un rincón donde estaban dos mesas contra la pared, y obviamente una de ellas ya había sido reclamada con decenas de fotografías que mostraban a personas sonrientes, listones azules y trofeos. Incluso habían pancartas hechas a mano pegadas en la pared que decían –PERCY ES NUESTRO HÉROE-.

La habitación era acogedora y aún olía al gel de baño que él había usado.

Annabeth dejo su maleta sobre la litera. A pesar de la conmoción de hacia sólo unos minutos, finalmente estaba empezando a sentirse real, esperanzada de que podía hacerlo. Las mariposas habían regresado a ella.

I Got a BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora